19/4/18

Volver.

A medida que va pasando el tiempo, los años se empiezan a chafar unos encima de otros y ya no se distingue muy bien si una cosa te pasó en tal o cual fecha.

No recuerdo exactamente cuando colgué mi último lamento en el muro de facebook, si fue hace tres o cuatro (¡cuatro!) años. Creo que fue un video musical... Fácil que fuera eso o alguna cándida extravagancia de las mías que solía deleitar sobre todo a la familia (que creen que me conocen y lo mismo no; o tal vez sólo me conocen algunas partes, no precisamente las más extravagantes, qué-más-da).

Al principio lo pasé un poquillo mal, no lo voy a negar. Tenía mono (en serio). Me sentía como sola (de verdad). Con un silencio social atronador alrededor. Luego se murió mi madre y me hice un Robinson Crusoe digital/ mediático/ vital llegando incluso a desconectar el móvil durante seis meses (y sobreviví, se lo juro).

Todavía me llegan notificaciones al email sobre amigos que han publicado no sé qué cosa o han compartido no sé qué imagen y a veces me tienta hacer clic en el botón "Abrir Facebook". ¿Cuántos nacimientos, bodas, funerales, ascensos, despidos, vacaciones, recetas, consejos de bricolaje y resto de fútiles galas me habré perdido durante este periodo de tiempo...?

El caso es que estoy pensando muy seriamente lo de volver a las redes sociales, con la que le está cayendo a Zukerberg por ser un traviesillo con las intimidades que compartimos los demás sin el más mínimo pudor... Además, voy a volver lo loco: dándole fuerte al linkedin (¿alguien  más en la sala que sueñe con ser troll dentro de esta terrible red social?), (re)abriéndome un tuíter y lo mismo un instagram (antes muerta que con instagram), por eso de dedicarme a algo eminentemente visual y etc.

Mi coherencia sobre estos derroteros empezó a cambiar de sentido cuando al leer un post sobre consejos para presentarte como estudiante al concurso más molón de mi sector recomendaran que, ya antes de rellenar el formulario y apoquinar la pasta, el proyecto tuviera un granado y mediático ruido social. También que, desde que no hago uso de las redes sociales, en mi otro blog descendieran las visitas de forma preocupante (¡con el trabajo que llevan semejantes biblias!).

Así que tal vez empiece a olvidarme de la máxima aquella que dice que en esta vida se puede ser de todo menos pesado y, seeh!, volver a las redes sociales.

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