29/11/18

Historias de amor.

Hoy ha fallecido mi tía Xisca. Me he enterado de madrugada gracias a un mensaje que ha llegado al grupo que compartimos la familia por parte de padre.

No me ha entristecido extraordinariamente su fallecimiento (tenía más de un siglo de edad, mi tía), pero sí me he puesto algo triste, mustia, rara. A la hora de contestar el vespertino aviso, no he sabido a quién dirigirme porque mi tía Xisca vivía sola desde hacía muchos años en una residencia. Así que, a efectos de leyes (que no de afectos), nosotros –los integrantes de ese chat– éramos los merecedores de tal pésame.

Me da pena no haberme podido despedir de ella, que se fuera sabiendo todo lo que la recuerdo, pese a que hace cerca de veinte años que no nos vemos, desde el año que falleció su marido, que es quien es realmente mi tío, el hermano mayor de mi pa.

Para mí eran una pareja muy especial. Fui damita de honor el día de su boda. No tendría más de seis años, yo, pero las imágenes acuden vívidas ante mí todavía. Recuerdo un día soleado, no de verano, tal vez principios de otoño o quizá primavera. El jardín del San Gregorio, donde se casaron, estaba a reventar de flores y el cedro del Líbano que iba colonizando poco a poco la esquina del Oeste filtraba los rayos de Sol.

Subía las escaleras que conducen a la pequeña capilla del colegio, que entonces me parecía enorme, sonriendo y con ilusión, llevando algo en la mano –las arras posiblemente– que les tenía que entregar a ellos dos. Lo debí de hacer muy bien.

Se casaron muy mayores. Primeramente mi tío había desarrollado su carrera profesional como misionero sobre todo en Sudamérica durante la mayor parte de su vida. Todavía tengo una foto de él con sotana negra y alzacuellos, larguirucho, gafoso y calvo, el único de la familia sin cabellera. Hablaba siempre lento y con voz profunda, como de locutor de radio. Y todo lo que contaba era fascinante: la pampa, los indios, los pingüinos, las pirañas del Amazonas...

De regreso a España, no sé bien el motivo, colgó los hábitos y lo que les acabo de contar, se casó con su novia de toda la vida que curiosamente le había esperado durante esa ingente cantidad de años, más de lo que duran algunas vidas.

Que la tierra te sea leve, querida tía.

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