2/1/19

Cal, labor social, también en navidades.

Este año he pasado las navidades sin estar con ninguna familia de acogida. Sola a nivel físico y también, en cierta medida, a nivel online. Las redes sociales me gustan –sobre todo las físicas–, pero me agotan –sobre todo las virtuales–, y decidí hacerme una desintoxicación de unos cuantos días. Mis pulgares y mi atención lo requerían.

Aún así los humanos somos seres sociales y es prácticamente imposible no estar con nadie más de dos días seguidos. De alguna forma tendría que comunicarme con el pescadero y con la chica que despacha el pan para poderme alimentar, por ejemplo. Todavía no me atrae demasiado lo de cumplir cuarentena en un desierto.

El caso es que ir de anacoreta urbanita es difícil en estos tiempos nuestros hiperconectados a la par que poco comprendido y, por supuesto, he hablado con más gente que con los tenderos del mercado. No ha sido tan fatigoso como en verano, pero mi cerebro ha despertado –😳– de su pereza autoimpuesta en un par de ocasiones respecto a, cómo no, la falta de pensamiento crítico de la que adolecemos de manera alarmante.

La primera vez acerca de una noticia vía mensaje de texto, justo antes del off navideño. Si me parara a analizar todas las mierdas sospechosas que me llegan al móvil, no tendría horas en el día para hacer nada más. (Hay gente que se dedica a ello como trabajo, así que.) Sin embargo esta vez era la enésima que lo reenviaban y, aunque nunca antes lo había hecho porque normalmente paso, me dije Cal, hasta aquí con este sinsentido, y desempolvé a la periodista que llevo dentro para contrastar el escrito, que, como temía, era un bulo.

Lo expresé dentro del grupo al que fue reenviada la noticia, con los links que había encontrado desmintiéndolo y los razonamientos que obtuve de toda mi indagación. Que no quedara duda (sus horas de curro me llevó). Como respuesta solo obtuve por parte de la persona que lo había enviado un escueto "Vaya 😅 otra estafa más" a lo cual contesté: "No. No es una estafa, es una noticia falsa, una mentira. Porfa, no reenviéis este tipo de cosas 🙏🏻😉".

(Yo lo veo clarísimo. No sé si es que me estoy volviendo una pedante y me parece insólito lo que es habitual. Avísenme ustedes, amigos, amigas, si me está pasando esto. Nunca he querido parecerme a la Rottenmeier.)

La segunda, una conversación telefónica sobre un posiblemente aborto espontáneo de una conocida común. La mujer con la que comentábamos el episodio había tenido, al igual que yo, tres abortos y pese a que no son cosas que se griten a los cuatro vientos, cuando a alguien cercano le sucede, pues te llaman y tú tratas de tratarles como a ti te hubiera gustado que se hiciera contigo en aquellas circunstancias (escucha, cariño, cero juicios de valor y/o esperanza futura).

La diferencia entre esta mujer y yo es que ella sí pudo tener un hijo, justo antes de la maratón de legrados. Y, aquí viene mi sorpresa, hasta el momento en el que ella no empezó a vivirlo en sus propias carnes estaba convencida de que ningún embarazo, nunca, podría ir mal. El caso es que ya había vivido conmigo mis dos primeras pérdidas gestacionales (la segunda bastante dura y traumática por cierto) que, al parecer, no le dieron pistas de que sí podría salir mal.

No obstante no es por personalizar puesto que mi vida solo ha de importarme a mí. Lo que me alucina es que alguien no puede ver más allá de su limitada y chata nariz. Está claro que no se puede saber de todo (para eso está el verbo preguntar) y que hasta que algo no te afecta de manera directa no te involucras de lleno en ello, pero, no sé, esta persona, ¿no lee? ¿no atiende a los medios de comunicación? ¿no se fija en su círculo más próximo? ¿o en el más lejano? ¿en qué gasta las horas libres de su vida?

Pues eso, señores y señoras, que el 2019 les sea propicio y se cumplan parte de sus más ansiados deseos.

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