23/7/13

Cuerpos

(Léase en "modo Sofía" de Las Chicas de Oro.) Mi pueblo hace un montón de años. Padre y yo en la sala. Él veía Metrópolis. Yo debía estar entretenida con alguna barbie tirada en la alfombra o mirando al techo, que también me gustaba. Madre supongo que terminando de fregar los cacharros o cotorreando con la abuela en la cocina o ambas cosas.

Hay momentos en la vida que le hacen soltar a uno lo que está haciendo y concentrarse en lo que están emitiendo por la caja tonta. Este fue uno de ellos. Normalmente suelen ser catástrofes terribles tipo 11S; pero para mi familia el día en el que se paró el mundo frente a la pantalla catódica fue cuando anunciaron la exposición de Robert Mapplethorpe en la ya desaparecida Galería Fernando Vijande de Madrid.

Estarán pensando que menuda panda de intelectualoides había en mi casa. Nah, no se confundan: la parada espacio-temporal fue, más que por cultura, por estupefacción. En aquella España de mediados de los ochenta en la que Tierno Galván instaba a la gente a colocarse y Carmen Sevilla enseñaba cacho en las pelis de destape todavía nos asustábamos viendo esto (les pongo una de las más ligeras porque por desgracia aún nos seguimos echando las manos a la cabeza ante la sexualidad explícita, que no pornografía; vamos para atrás, como los cangrejos, ¡ay!).

Man in Polyester Suit (Milton Moore), 1980.
Mapplethorpe decía algo así como que no entendía porqué la gente se escandalizaba tanto ante la visión de una polla (sic) cuando la mitad de la humanidad tenía una. :-)

Solo ante su Hasselblad -o ante la de Helmut Newton- me hubiera despelotado sin ningún pudor. Mapplethorpe es mi fotógrafo dual de cabecera, capaz de ofrecer la delicadeza encarnada en, por ejemplo, una flor y la más sórdida de las imágenes de, se podrían citar, prácticas sadomasoquistas.

¡Me chifla! Pero nunca había podido ver sus fotografías en directo hasta el pasado viernes. Muchas de ellas las conocía, aunque la mayoría fueron novedad absoluta para mis ojos. De haber tenido un buen puñado de euros que me sobrasen, me habría venido a la minimansión con dos o tres de ellas.

Les aconsejo que, aunque se hayan perdido esta expo (¡pecado mortal!), no desechen la oportunidad de visitar otras que se ofrecen en el marco de PhotoEspaña, que en este año tiene como tema el cuerpo humano. Me quedo con las del Círculo de Bellas Artes: Diálogos entre Weston y Callahan, dos de los grandes, y  Tus pasos se perdieron en el paisaje de Fernando Brito.

4 comentarios:

  1. El regalito que lleva entre las piernas, ¿no? ;-P

    (De esta me cierran el blog, jo, jo, jo.)

    Un beso, guapísima, y si os acercáis a la capi, encantada de hacer la tournée expositiva con vosotros.

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  2. No gana uno para sustos contigo. Un padre de uno viendo Metrópolis. En qué cabeza cabe, con una familia así no me extraña que te pasen las cosas que te pasan.

    Y será como dices sobre la media humanidad, pero a mí me parece que eso no es tan normal, no. Seguramente el buen Folloso tendría algo que decir al respecto de la suya y saldrían algunas comparaciones que ninguno nos creeríamos.

    O como decía el chiste, es que el tamaño y el color me despistan.

    O como diría mi madre, ese tío lo que es, es un guarro. Y tú otra.

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  3. ¡Ja, ja, ja, ja, Neo, me parto con usted! (y con el Folloso, que no conocía, merçi beaucoup)

    La verdad es que tienes razón en todo lo que dices. Todo-todito-todo.

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