7/11/05

Necedades

Llevo un tiempo intentando sacar de mi cabeza cositas que voy oyendo por ahí y que me dejan horrorizada. Llamadme petulante, si queréis, pero es que se oyen unas cosas…

1. El Prado, ese lugar lleno de pastos para soltar el ganado.
Un precioso y rojizo día otoñal en Madrid. Yo, abandonada cual trapo de cocina, en medio del Paseo del Prado, en frente de la puerta principal de Museo del Prado, allí donde se haya Diego de Velázquez inmortalizado en forma de estatua, recibo una llamada al móvil:
- Cal, ¿dónde estás?
- Hola Domingo. Estoy en el Prado.
- ¿En el prado? ¿Dónde está eso?
- Coño Domingo, ¡¡¡el museo del Prado!!! En el paseo del Prado, donde están los cuadros y varias estatuas… -mi mente se cercioró de que por muchas explicaciones artísticas que diera, Domin no iba a saber nunca qué era eso del Prado- . Mira, de la fuente de Neptuno a la glorieta de Atocha, ese edificio grandote que hay delante de la Iglesia de los Jerónimos, al lado del Ritz, casi en frente del Planet Hollywood…
- Ah. Y dices que eso es el Prado. Vaya.
- :S…

2. Pío Baroja, perdón, ¿decías Barbaroja?
Uno de nuestros clientes nos pide que le busquemos un nombre para una futura empresa que tendrá su sede principal en la capital navarra. Una de las teorías más manidas y aplicadas al naming & branding empresarial (uy, qué profesional esto del naming & branding, mi profe de estrategias se sentiría tremendamente orgulloso de mí) es ponerle el nombre del dueño más SL o SA o el nombre de alguien no sólo famoso sino de reconocido prestigio.
- Instituto Hemingway estaría bien –propone una compañera.
- Ya, pero Hemingway está cogido. ¿Por qué no buscamos un navarro ilustre? – había pensado con anterioridad en Ernest.
- Sí, ¿y a quién buscamos?
- Mujer, a bote pronto se me ocurre Pío Baroja. Vale, no es navarro, pero pasó la mayor parte de su vida allí. Escribió sus mejores libros allí…
- ¿Pío Baroja? No. Baroja no es representativo de la cultura española.
- :S…
Preferí callarme y no mentar si quiera a Pablo Sarasate o Montxo Armendáriz o Jorge Oteiza, por decir algunos, claro.

3. Al Pacino, gran actor de comedia infantil.
Ayer, una de la mañana, saliendo de ver la impresionante El Mercader de Venecia de la sala número dos de los Kinépolis (macro cines de Pozuelo con muy poco gusto cinematográfico. Lo del Mercader era la excepción que confirma la regla). Paquete y yo estupefactos en los títulos de crédito después de ver una gozada de trama shakesperiana con un elenco de actores de quitar el sentido.

Yo, al igual que el 98% de las veces que voy al cine, me quedé para ver la banda sonora y las localizaciones (lo de Venecia era obvio, pero es que vi un gabinete de estilo manuelino que me hizo cuestionarme otra localización. No acerté. No era Portugal, era Luxemburgo). Mientras estaban encendiendo las luces bajaban por las escaleras unos cinco muchachos farfullando:
- Menuda mierda de película.
- Ya ves. El Pacino se ha venido a menos, bla, bla, bla.
:S. Al menos no dieron la chapa en el patio de butacas.

Y más, muchas más. Eso sí, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Voy a pensar en meteduras de pata mías hasta el corvejón, que haberlas las hay.

Besitos y feliz entrada en semana.
Miss Calamity