En aquel momento no me imaginaba ni por asomo el dolor y la angustia de sus seres queridos. No es lo mismo, obviamente, pero mi sentimiento de pérdida y frustración y abandono empatiza con las sensaciones vividas por aquella familia, desesperada y resignada finalmente.
Hoy es mi cumpleaños. No quiero celebraciones. Los teléfonos están desconectados. La palabra me molesta. Sólo el silencio me reconforta. Ellos, a los que más quiero, no están a mi lado. Ella con casi total certeza nunca estará más a mi lado.
Me he hecho un pequeño regalo: apenas quince minutos de lectura dulce y amarga, en soledad, con la cabeza algo más despejada pensando que hemos hecho todo lo que en nuestras manos ha estado.
Cal.