27/9/09

Karakorum

Cuando de regreso a Madrid escuchábamos por la radio la triste noticia de que suspendían la búsqueda de un alpinista español en una de las altas cumbres paquistaníes, Ro y yo nos estremecíamos al pensar lo duro que debe ser para la familia y amigos dar por perdido a un ser querido sin saber a ciencia cierta si realmente estaba vivo o muerto. La única certidumbre era que estaba herido.

En aquel momento no me imaginaba ni por asomo el dolor y la angustia de sus seres queridos. No es lo mismo, obviamente, pero mi sentimiento de pérdida y frustración y abandono empatiza con las sensaciones vividas por aquella familia, desesperada y resignada finalmente.

Hoy es mi cumpleaños. No quiero celebraciones. Los teléfonos están desconectados. La palabra me molesta. Sólo el silencio me reconforta. Ellos, a los que más quiero, no están a mi lado. Ella con casi total certeza nunca estará más a mi lado.

Me he hecho un pequeño regalo: apenas quince minutos de lectura dulce y amarga, en soledad, con la cabeza algo más despejada pensando que hemos hecho todo lo que en nuestras manos ha estado.

Cal.