5/10/11

Diálogos con la almohada III

Después de un año dialogando con mi almohada, siendo comprensiva y aprendiendo a escuchar sus escuetas palabras, me he enfadado. Sí, me he enfadado mucho con ella.

Tengo un serio problema de asertividad, lo admito. Sobre todo con las personas que me imponen cierta autoridad, así que nunca había replicado a mi almohada hasta ahora. Pero la última vez que charlamos, con ríos de lágrimas cayendo por mis ojos (cosa que jamás suelo hacer en público), estas se tornaron ira contenida cuando escuché saliendo de sus entrañas de látex y fibras plásticas que soy una idealista. ¿Eín? Idealista, ¿yooooooooo?

El caso es que no estábamos hablando de la paz mundial o de que se solucione de una vez la coyuntura económica estranguladora de masas o de la vacuna contra el sida, charlábamos acerca de que ya me conformo con simplemente estar bien, tranquila, que ya ni busco la felicidad, que sé que la dicha es un estado emocional muy fugaz del que sueles darte cuenta cuando ya ha pasado... ¿Estar bien es ser idealista? ¿Tratar de generar algún ingreso en el mes es ser idealista? ¿Querer ser independiente es ser idealista? ¿Buscar trabajo a la desesperada es ser idealista? ¿De verdad es cierto el Segundo Principio de la Termodinámica?

Supongo -espero- que lo dirá para quitarme a base de puñetazos afectivos esta caraja que me asola de encima...

2 comentarios:

  1. En vez de hablar con la almohada,
    pasa de vez en cuando por el blog de Miguel Baquero, se llama el mundo es oblongo y te sacará una hermosa sonrisa.
    Merece la pena.

    Besos

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  2. Gracias, Aquí. ¡Qué nombre tan curioso! Lo que voy a hacer es darme una vuelta por vuestras bitácoras, que tengo la blogocosa abandonadísima. Un beso bien fuerte.

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