Lo gracioso del tema es que a veces los bonsáis no son tan enanitos y precisamente en la minimansión hay un pequeñajo que pesa la friolera de quince kilos. Todo un ejercicio de templanza para mis lumbares y mi pierna/pie izquierdo (estoy peleada con las izquierdas, al parecer) que no dejan de dar
Después de gastarme casi todo el dinero que tenía destinado a un escáner para negativos y diapos en una fisioterapeuta de la que salía atemorizada hasta por el hecho de andar -todo produce lesiones, ¡hasta fregar los platos! según ella-, me decidí por ir a un fisio especializado en masaje deportivo. El tío es un crack. Lloro como una niña pequeña a la que se le ha caído el helado, pero me permite hasta correr, eso sí, en llano, mullido y con buena amortiguación.
Charlando con él en esas horas interminables de tortura, me cuenta un día que es maestro de Chi Kung Tai Chi. Oigan, que me ha enseñado un par de posturas -las básicas- que me tienen loca. A una sprinter de medio pelo como pretendí ser años ha, se le presupondría una marcianada dedicarse a una cosa tan delicada y lenta como esta disciplina. Si tengo que decantarme por algún arte marcial, prefiero el Aikido, mucho más rápido.
Pero aquí me tienen en casa, situándome en posición de yema fenzong, pertrechando la infamia con un compás más acelerado, al ritmo de cualquier música frenética de baile, marujeando de lo lindo trapo en ristre y sudando la gota gorda.
Disfruten de las vacaciones, si tienen. Yo ¡trabajo! Estoy que ni me lo creo: un par de días como profe de fotografía. La vida, cada día que pasa, se me antoja más y más raruna. ;-D
Cal.
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