11/6/12

Barcelona

Con los piececillos (y el cuerpo entero) metidos en el Mediterráneo, desde la platja de Somorrostro.
Son increíbles los mecanismos que tiene la mente humana para deshacerse de lo feo -o dejarlo en el fondo, fondo, fondo de nuestra consciencia- y quedarse con lo bonito. Cuando estudié con dieciocho años en Barcelona fui infeliz y sin embargo me alboroto como una niña cuando sé que voy a ir, como que esa ciudad fuera el mejor de los regalos que el mundo me puede ofrecer.

Soy una raíz sin tiesto.

2 comentarios:

  1. La próxima vez avísame. Te invitaré a una caipirinha y a una sesión de jazz

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  2. Para la próxima te aviso, Pau. Me quedé con ganas de ver a muchas personas, pero, pese a que no paré ni un minuto, no me dio tiempo para todo.

    Además, no se me ocurre mejor plan que tomar una caipirinha de cachaça escuchando Jazz (si vienes por Madrid, te llevo a un garito que tiene cocktails y Jazz y muy buen ambiente, una gozada).

    Un besazo.

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