17/1/13

Blancanieves y olé.

Reconozco que el cine de autor me genera cierto recelo (sobre todo tras ver la monstruosa Holy Motors), pero después de haberme comido truños como este y este el año pasado dado mi fervor hacia la princesa Disney morena/heroína de los hermanos Grimm que vive con siete enanos, no me podía perder la versión española del cuento.

Admito además que fui al cine con el chip ¿les gustará a los miembros de la academia hollywoodiense para los Oscars? puesto y eso, quieran que no, condiciona el visionado: me fijé casi más en lo antropológico que en lo cinematográfico.


Muchos pensarán que la Blancanieves de Pablo Berger nace de la resaca de premios cosechados el año 2011 por The Artist, pero mi impresión es que no, que nada tienen que ver salvo en el formato. Ambas están rodadas en blanco y negro y son mudas, pero no comparten más que esas peculiaridades técnicas.

La película de Berger es un claro homenaje al cine expresionista alemán de principios del siglo XX por la adopción de puntos de vista con la cámara, la iluminación (creo que está rodada con película infrarroja, al menos las escenas con los paisajes como protagonistas), el montaje (excelentes las sucesiones vertiginosas de planos superpuestos), las histriónicas interpretaciones (genial Maribel Verdú -que ha generado ríos de tinta-, pero no debemos olvidar a Ángela Molina, Daniel Giménez Cacho y Josep María Pou).

También es un homenaje a la España Cañí de toros, venemérita, flamenco y carajillo. Falta el cura suplido posiblemente por la devoción a la Virgen de los Dolores y su consabido efecto kitsch. Y esto precisamente es lo que no sé si me gusta o me espanta. A los yanquis parece que no. De hecho no creo que se hayan enterado de muchas escenas de la película y que te tengan que explicar un chiste le quita toda la gracia.

Acertadísima la metáfora que desarrolla el filme para hacerse eco del momento espejo, espejito mágico, vestuario, peluquería, maquillaje y la música de Alfonso de VillalongaDesacertadísimo el bautismo de Blancanieves, el momento indulto (puestos a enseñar al mundo el estereotipo de España hay que llegar hasta el fondo, querido Berger) y el final metido con calzador. Con lo bonito que hubiera sido que terminara todo en la plaza de toros y hasta aquí puedo leer, Mayra.

Aprovechen el Efecto Goya (esto es, tras el anuncio de dieciocho nominaciones, después de estar a punto de caerse de la cartelera, las distribuidoras se han vuelto locas recolocando la cinta en varias salas de la capi) y vayan a verla para conjeturar su propia opinión.

5 comentarios:

  1. No he visto los dos truños de los que hablas, pero dejemos una cosa clara: como te metas con Julia Roberts perdemos las amistades. Hasta ahí podíamos llegar...

    La española, no tengo claro si la veré o no. Tengo mis prejuicios, lo reconozco.

    Pero como te metas con Julia, te la lío.

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  2. Tranqui, que yo admiro a Julia Roberts, sobre todo por conseguir que la mayoría de niñas de mi edad quisiéramos ejercer la prostitución para acabar pilotando un Lotus azul eléctrico, vestir de Prada para ir a por el pan y lucir collares de un millón de dólares. ¡¡¡ES BROOOOMA!!! No te me enfades. De Mirror, mirror lo único que se salva es el vestuario.

    La Blancanieves española, para mí, no es una película redonda, pero sí que es interesante. Admito que me siento muy atraída por Lang y por Murnau. Eso ayuda además que no es tan rara que, por ejemplo, Fausto, Nosferatu o Metrópolis, lo cual la hace más digerible.

    De las pelis españolas que entraron en el sorteo para ir a los Oscars, no sé si hubiera elegido esta... Grupo 7 me gustó mucho (sobre todo las actuaciones de Antonio de la Torre ¡¡¡grande este hombre!!! y de Joaquín Núñez y la trama trepidante), pero es una película hmmmm ¿demasiado mainstream? Quicir no es Trainning Day por poner un ejemplo.

    Y a La modelo y el artista le pasa todo lo contrario: es demasiado personal y personalista. Salí muy contenta del cine, pero tal vez fue por sentirme identificada con el proceso creativo que sufre el personaje principal.

    Feliz finde, neoGurb. Lo mismo nos vemos en el cine. ;-)

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  3. Si Carax a veces ha acertado o se ha acercado al blanco, no es desde luego con 'Holy Motors'. ¡¡¡Vaya pedazo de caca pretenciosa!!! Un saludo

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  4. A mí Holy Motors me espantó. Me quedé en el cine por simple curiosidad, por ver si todo aquello tenía algún sentido cinematográfico (muchas pelis no tienen ni pies ni cabeza a nivel guión y son maravillosas, véase Lynch). Si llego a saber de semejante tomadura de pelo, no hubiera aguantado en el sillón más de media hora.

    Gracias por comentar, Manipuladora. Saludos.
    C.

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  5. Perdón, quise decir manipulador. :-S ¡En qué andaré pensando a estas horas!

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