15/2/13

Ctrl+z para Pc. +z para Mac.

(A nivel atuendo y gafotas veo que no hemos evolucionado demasiado en la profesión.)
Últimamente estoy muy retro. Nunca he dejado de serlo (pertenezco a una especie en extinción que aboceta con lápiz y papel); solo he retomado actividades manuales que habían sido sustituidas por el ordenador. Escribir, por ejemplo. ¿Cuánto hace que no reciben una carta manuscrita? Si me facilitan su dirección, tendrán una en cuestión de días, con sus tachones y toda la mandanga. También he vuelto a dibujar a mano.

Hace poco me sorprendí a mí misma coloreando un dibu con acuarelas. La cagué vilmente. Lancé un chorretón de pigmento con un pincel demasiado grueso para el detalluco que quería pintar. En una especie de acto instintivo busqué con mi mano izquierda el control z para deshacer tal operación cuando, ooops, me di cuenta de que estaba en la vida real donde no suele haber ensayo-error. Tuve que tirar el dibujito de marras y volver a empezar desde cero.

Eso me hizo pensar un montón y, ¡ea, es viernes!, no quiero aburrirles con mis pajas mentales, aunque... esta es mi plaza pública. Están a tiempo para cerrar el ordenata/tablet/smartphone y largarse con sus colegas a tomar unas cañas antes de seguir leyendo.

No viví la revolución de los Mac en los ochenta, sin embargo el cambio de carrete a megapíxeles en la fotografía me tocó de lleno. Resistí férreamente el paso a digital pero, cuando cubriendo un evento deportivo te gastas veintipico euros en revelado y te pagan cinco (máximo) por imagen (y suelen coger una o ninguna), sobran los motivos. Tampoco se trata de satanizar lo uno y santificar lo otro, conste.

Lo que me come la sesera es que este mundo nuestro cada vez más digital conlleva una característica implícita de la que no es sencillo hacerse eco y que no mola: la falta de reflexión. Cuando estuve en Praga me vine con la imagen de un chico que según iba caminando por el Puente de Carlos, iba disparando con su cámara digital, sin parar siquiera a encuadrar.

Con la fotografía me doy cuenta dada mi vivencia en ambos mundos, analógico y digital, pero con mi oficio es diferente porque a nivel profesional (casi) nunca he diseñado con escuadra y cartabón, (casi) no he tenido que usar tipografías transferibles ni pintar con (casi) nada que no fueran los brushes de Photoshop o Corel Painter. (Casi) todo lo vengo haciendo con el ordenador. Si la pifio con un color, pulso control z y vuelvo a colorear. Es así de simple (*).

Esa escasez de consciencia frente a la comisión de errores y su consecuencia inmediata, dejándome llevar por la ¡bendita! existencia del control z, fue la que me hizo meter la pata con mi dibu y pillarme un puteo importante hace unos días. Tanto o más que el que seguro se llevó el muchacho que fotografiaba la capital checa al paso cuando, tras volcar megas y megas de imágenes al ordenador, se percató de que la mayoría estaban movidas, efecto que no suele gustar demasiado cuando te pavoneas de vacaciones frente a familiares y amigos.

(*) Tampoco es tan simple.

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