25/4/15

KO técnico.

Prueba para mi nueva serie de fotos Ventanas Ajenas.
Nadie se salva de que el más mínimo detalle desencadene un torrente de emociones de consecuencias inciertas, por mucho que nos digan que se pueden controlar.

Esta semana he estado en Barna. Visita relámpago para disfrutar del regalazo de más o menos Reyes (merece su propio post). Hacía tres años que no iba.

Tenía ganas de devorar la ciudad, sobre todo siendo vísperas de Sant Jordi. Necesitaba ver los bulevares con sus balcones decorados, necesitaba ver a personas vendiendo rosas rojas en cada chaflán. Necesitaba salir del círculo vicioso capital del reino - casa padres - minipueblo. Necesitaba empaparme de Mediterráneo.

Contaba con poco más de veinticuatro horas para hacer todo eso, así que preferí tomar el autobús en plena hora punta para saborear el ambiente sin ser consciente de que por esas aceras también se agazapaban circunstancias cruciales de mi vida pasada que me han conducido a este presente.

Al cruzar Roger de Flor con Industria se me echaron encima cientos de recuerdos que ahora se muestran con tintes de instante sencillo y feliz. No intuí lo dolorosos que están llegando a ser.

2 comentarios:

  1. Todo lo que se agazapa acaba saliéndonos al encuentro en una esquina, a veces cuando menos podríamos preverlo.También es verdad que cualquier tiempo pasado se nos muestra mejor, y que las aristas que entonces nos hacían daño se difuminan. Cuidado: el recuerdo es muy cabrón.

    Y además hemos de contar con la posibilidad de que eso que recordamos como feliz y sencillo efectivamente fuera feliz y sencillo. A ver quién se atreve con eso.

    Ánimo, y tantos besos como estés dispuesta a soportar.

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  2. Neo, era feliz y sencillo. Lo pensé en su momento y lo sigo pensando. Pero también persiste la incertidumbre del instante, ahora certeza, de que lo que estaba por venir no iba a ser nada bueno.

    Y sí, el recuerdo es muy cabroncete: uno de los años que recuerdo como más felices de mi vida, coincidió con el mismo año en el que fallecieron seis padres de mi cuadrilla, incluido el mío. Eran tiempos diferentes porque albergábamos ilusiones y nos íbamos a comer el mundo. Una gran amiga dijo hace unos meses, a tenor del rescate de unas fotos perdidas en pleno apogeo gruncheta, "entonces teníamos ilusiones, pero ahora somos más guapos" (matizo: algunos somos más guapos :-P) y eso que a ella le ha ido bien, en finssss.

    Tal vez entonces nos creímos (todo esto muy entrecomillado) aquello que decían los dadá, lo de matar al padre y tal, y nos sentimos la avanzadilla de una nueva generación. ¡Qué sé yo!

    Menuda chapa. :-D

    Estoy mejor. Gracias por el comentario, los ánimos y, por supuesto, por los besos. ;-)

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