17/7/15

 



Hace unos días mi mejor amiga de la Escuela (aún no sé con qué nick bautizarle, ella, tan singular, con su nombre griego) me envía un enlace para que vea una peli que le ha supuesto una especie de epifanía. La vi. Para mí solo supuso escuchar un disco de Radiohead que compone su banda sonora y que tenía olvidado entre la maraña de cedés de mi discoteca.

Pensé entonces (pensar, pensar, pensar... es lo único que hago) cuál había sido la última película que había trastornado mi existencia. Esta. No había vuelto a ojearla y me daba miedo que un segundo visionado me estropease la sensación de euforia que me regaló una lejana noche de diciembre.

La volví a ver dos veces en el transcurso de doce horas. Me confirmó (entre otras cosas) que Jep Gambardella es algo así como el hombre de mis sueños (que no mi vida) al que no cambiaría ni una sola coma de sus virtudes y sus defectos.

Felices vacaciones para aquellos que hoy las comiencen. A mí es posible (tanto como poco probable) que me encuentren vagando en pleno Ferragosto por las calles de Roma. Mi proyecto de fin de carrera, no podría ser de otra forma, estará relacionado con la parte más espiritual de ciudad más bella del mundo. Vean la peli si no me creen.

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