23/11/18

Viernes negro con mi cafetera Bialetti.

En los últimos años he oído o leído a no pocas personas que la comodidad va a acabar con los humanos como especie (añado que arrastrando a no pocas especies animales y vegetales con ella). La primera vez que me topé con esta idea fue un poco como una bofetada en la cara. ¿Quién no quiere vivir cómodo? ¿A quién se le ocurriría preferir el malestar sin adolecer de cierto masoquismo?

Nuestro cerebro es por defecto vago (y como consecuencia acomodaticio, supongo) aunque no me parece tan mala cosa que lo sea. Gastar ingentes cantidades de energía en algo que podría llevarse a cabo de manera más eficaz es un contrasentido. Lo cual no exime a nuestros actos de la excelencia que habría de acompañarles, que es cosa distinta. Hablo, más bien, de optimización.

Y en una fabulosa pirueta estilística y seguramente mortal les voy a unir la comodidad con mi cafetera de toda la vida Bialetti. Porque Bialetti quiere echar el cierre y a mí se me parte el alma ya que mis desayunos no serían lo mismo sin el ritual de prepararme un café de cafetera en el fuego de la cocina.


Obviamente no siempre he tenido una Bialetti. Son algo caras, lo reconozco (también fueron las pioneras), y tener que robarle cinco minutos al colchón por las mañanas no es cosa baladí, pero cuando me mudé a la casa de la playa y tuve que comprarme una cafetera, lo tuve muy claro: antes dejo el café que gastar un céntimo en una cafetera de cápsulas.

¿Qué me mueve a tener una "tediosa" cafetera moka? porque, ¿existe algo más cómodo que un café de cápsula? Encima, he de admitirlo, hasta la más torpe de las manos consigue en líneas generales un café aceptable. Sin embargo un café de cafetera o de puchero mal hechos (mal molido, quemado, flojo, fuerte de más...) es en la mayoría de los casos imbebible.

Así que, ¿qué problema tienes con las cápsulas, Calamidad, ¡qué problema!? A priori parece la solución óptima para los muy cafeteros, ¿no?

Pues no, mi querido lector. No se deje engañar. Aunque hay iniciativas ecológicas por parte de algunas empresas bien sea en la venta de cápsulas bio (Cafés Novell, Café Ético, Cabú Café...) o en la instalación de puntos de recogida para su reciclado (Nespresso), la mayoría de las cápsulas que usted consume acabarán convirtiendo este mundo en un pantanal de aluminio, plástico, cartón y posos de café. ¡Si hasta su creador reniega de ellas!

Por si acaso no le duele el mundo que va a dejar a las generaciones futuras (porque, franklin, usted ya no estará aquí para verlo y el que venga detrás que arree, etcétera), espero que al menos sí le duela su bolsillo cuando le comente que un kilo de café mediocre en cápsulas cuesta más o menos cincuenta euros frente a los diez o doce que cuesta un café de calidad en grano o molido.

Ahí lo dejo.

***

No les voy a desear un feliz Black Friday. Aborrezco este día como tantos otros que solo sirven para llenar las arcas de unos pocos y agotar los recursos de nuestro planeta con cualquier premisa estúpida (ahorro, amor, familia). Hoy cuando estén frente a esa oferta ineludible, paren un segundo y pregúntense, ¿realmente lo necesito o va a mejorar mi vida en algún aspecto? La mayoría de las veces el no será su respuesta. Les juego lo que quieran.

Y ahora sí, séanme pecaminosamente felices este finde. Se lo merecen ;-)
C.

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