4/9/22

Tres años

Querida hija:
Podemos dar por conclusos los terrible two. Qué miedo tenía tu madre a esta edad y, pese a haber sido (o estar siendo) un año muy duro por otras circunstancias en las que tú poco tienes que ver, qué sencillo ha sido transitarles a tu lado. El susto que teníamos porque los comienzos en la guardería no fueron buenos del todo ni para ti ni para mí. Y porque antes de Navidad apenas decías cuatro cosas mal pronunciadas y ahora no te callas ni dormida.

Lo sé porque seguimos compartiendo lecho y me sigue encantando que ese cuerpecito todavía pequeño, pero ya estilizado, venga a buscar mi abrazo en medio de la noche. Pocas cosas mejores en la vida que ver cómo se van cerrando tus enormes ojos negros al irte a dormir mientras mueves, inconsciente casi, los deditos de los pies y los labios como si aún estuvieras mamando.

Vuelvo a tu lengua y lo escribo para que no se nos olvide, porque la memoria suele ser puñetera. Tu forma de decir camalares, de decir equiteca, toritzo... de comenzar la inmensa mayoría de las frases con un que, sobre todo con que mira cómo y decir lo que sea que tienes que decir. Y tu graciosa forma de entender los idiomas. Cantar una canción en castellano y, tras decirme ahora en inglés, mami, volverla a cantar en castellano creyendo que lo haces en el habla de los anglosajones.

Me preocupa tu obsesión por cuidar de los demás. Prefieres servirnos el plato que centrarte en tu propio alimento. Ayudarnos con la ropa (¡lo que te gusta la ropa!), colocar a tu manera las bolsas de la compra... Siempre pendiente de que estemos bien. En este mundo tan individualista que os estamos dejando, me preocupa y a la vez me hace sentir orgullosa de ti.

La música te sigue encantando. Has cambiado la guitarra por los tambores. Sigues el ritmo de una manera asombrosa y en casa estamos empezando a pensar el tema de insonorizar, cara al futuro, las paredes. Ojalá perdure este amor en ti, mi niña. 

Eres muy buena aunque tienes un genio endemoniado, y me encanta que así sea, que pongas tus límites, que digas claramente eso no me gusta cuando alguien te está chinchando, que no regales besos al primero que te los pide por la calle (¡si no me los regalas ni a mí!). No es ser rancia, como algunos insisten en llamarte, es ser escogida y está fenomenal, hija mía.


¡Bienvenida a tu próximo año de vida, amor chiquitín!

2 comentarios:

  1. La niña, por lo que leo, progresa adecuadamente, te lo digo por Juncal que ha cumplido cuatro añitos y duerme con su mamá.
    Un consejo de una plasta.
    Guarda todo lo que escribes sobre ella, le encantará de mayor
    Hace un tiempo, en una de esas limpiezas profundas encontré las cartas que me escribían mis padres y mis abuelos maternos en mi cumple y me encantó leerlas
    Un abrazo para ti y muchos achuchones para esa preciosa niña

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  2. Madre mía, ¡guardo cosas de ella por encima de mis posibilidades! Más ahora, que parece que nos vamos a convertir en nómadas a mi pesar… Ojalá le haga ilusión encontrarse con sus primeros garabatos dentro de unos años.

    Abrazo fuerte y mil besos, Luna.

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