5/12/22

Vivir a caballo entre

Era una frase que me fascinaba de adolescente. Leía las entrevistas que les hacían a las Top Models de los 90 y me parecía el summun del éxito aquello de vivir a caballo entre, de tener dos destinos, o tres, en la misma vida. Ahora estoy de tiendas por la Quinta Avenida y mañana me tomaré un café en la Galleria Vittorio Emanuele. Lo más.

Se conoce que las entrevistas de aquellos entonces eran, grosso modo, el Instagram de nuestros días donde solo se veía la cara buena de la existencia, donde no se hablaba del jet lag que supone atravesar varios husos horarios y que te iba a dejar para el arrastre mientras tratabas de tomar el café en ese lugar tan chic más por supervivencia que por postureo.

Vivir a caballo entre dos sitios es una mierda. Tener dos casas abiertas en las que vives a ratos es un asco. No encuentras nada. No sabes si una cosa está en uno u otro lugar. Te olvidas siempre en el otro sitio lo que necesitan en este. Si el gel se acabó en tal o cual baño. Si la ropa de cama que dejaste puesta era de verano o de invierno (y lo que fastidia encontrarte el nórdico de plumón en las calurosas noches de verano). No sabes cuándo vas a volver o cuánto te vas a quedar en una casa u otra. Todo el santo día limpiando, recogiendo, rellenando la despensa, organizando. Porque no somos ricos ni vivimos en las series americanas en las que cuando van de improviso a su cabaña de recreo en las montañas tienen hasta un plato lleno de frutas frescas en la mesa de la cocina (ja). 

Lo que les decía: es un horror. Lo sé porque llevo desde finales de 2016 viviendo entre tres casas (desde el 2009 entre mínimo dos) y no puedo más.

Necesito parar, tener un puerto base, saber dónde tengo mis cosas (y deshacerme de muchísimas de ellas, redundantes la mayoría) y desde ahí, desde ese puerto base, tal vez, quizá, volver a moverme. No obstante necesito saber a dónde puedo regresar. 

Esta vida que no es nómada (porque cargo con muebles, libros, discos, plantas… porque llevo seis putas mudanzas en seis años), pero que tampoco es estable, se me esta llevando por delante.

1 comentario:

  1. (Necesito encontrar un libro de cubiertas rojas con la foto de una niña que tiene un barquito entre las manos, de título «Juega» y que de pequeña me hizo inmensamente feliz —y creativa— y necesito regalárselo a mi hija.

    Todo este jaleo monumental por un libro ;-P)

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