27/5/25

Distraída

Hace unos meses escuché a una mujer de —lo que denominaríamos— éxito que la intuición es un spoiler. Me pareció una frase buenísima, tanto que la tengo aquí delante, escrita con rotulador azul sobre un post it, y la veo todos los días en cuanto me siento en esta mesa desde la que ahora estoy escribiendo.

Hace apenas un mes, quizá algo más, recibí una invitación de mis vecinos a participar en un tinglado relacionado con la literatura y la edición. Me sorprendió porque nunca me había pasado. Es más, pese a mi inquieta actividad en torno a los eventos culturales que se dan en mi comarca, nunca me había sentido plenamente aceptada dentro de ellos.

Ayer tuvimos la segunda reunión para echar a andar un fanzine (que más que un fanzine es una revista literaria) y, sin ningún pilar puesto aún (ni siquiera tenemos claro el nombre de la cabecera, ni el formato, ni el número de copias o cómo y con qué dinero se van a imprimir), nos pusimos a leer algunos textos de la gente invitada con resultado desigual, claro. Aquí ninguno somos Foster Wallace, aunque algunos escriben muy bien y otros necesitarían repasarse por lo menos un manual de ortografía de lo más básico.

Eso, la ortografía, el encontrarme sujetos separados de su verbo por medio de comas o puntos y comas sin sentido, mayúsculas colocadas al tuntún y comillas inglesas por doquier, y no saber cómo recomendar un poco más de mimo en los textos sin herir sensibilidades, provocó en mí cierta alerta. Pero esa alerta, esa intuición de que meh, me ha venido acompañando durante todo este tiempo. Entre otras cosas porque, pese a lo humilde del proyecto, noto cierta pretensión (publicar, editar, presentar, círculo literario, manifiestos, etcétera) que no me gusta nada.

Traigo piedras en la mochila, por supuesto. Un antiguo proyecto, en otro lugar, de otro grupo de amantes de la literatura devenido en colectivo literario, que acabó con mis nervios, con el deseo de editar libros bonitos y con las ganas de volver a escribir ficción.

Sin embargo, estoy buscando trabajo y para buscar trabajo en mi sector no vale con tener un currículum ideal: tienes que demostrar que eres activo, que haces cosas y que las enseñas. Eso o tener una agenda repleta de buenos contactos que no es mi caso en demasía. Así que este «fanzine» podría ser mi vuelta a los ruedos, si me permiten el símil taurino, pero.

Me da miedo estar distraída, sí, porque eso es lo que estoy, distraída, ocupada en otros asuntos. Prorrogando mi vida por incesantes contratiempos (¡ay!), pero también llenando mis horas con autoengaño, creyendo que ciertos temas me están conduciendo por el camino que quiero necesito transitar y, sinceramente, creo que no.

Para llegar a todo hay que renunciar a algo. Es así, irremediable: nunca llegaremos a todo lo que en algún momento pretendimos hacer. Y no sé yo si no debería renunciar también a esta historia grupal y centrarme en mi mismidad más absoluta…

No hay comentarios:

Publicar un comentario