Hoy no me encuentro muy inspirada. El cansancio se disgrega por todos y cada uno de mis miembros corpóreos (y por los no corpóreos también, vamos, que estoy en Babia).
Pero no me gustaría finalizar la semana sin hablar de algo que me encanta: los zurdos. Amaltea proponía no hace mucho en su diario una pregunta ¿qué os provoca morbo? En su momento le dije que me provocaba un morbo indescriptible el actor Louis Garrel, de Soñadores, entre otras pocas películas y muchas series de televisión de nuestra vecina Francia.
No obstante son los zurdos, si hablamos de algo más mundano y menos divino, los que me provocan unas ganas irrefrenables de mirar. No puedo dejar de hacerlo. La misma Amaltea es zurda y cuando la conocí y vi cómo escribía en su cuaderno de notitas dentro del bar La Trocha, frente a una barra inundada de zumos naturales y caipirinhas, no pude dejar de mirarla durante un buen rato.
Hay otro zurdo familiar que me deja medio tonta cada vez que se pone a escribir: mi profesor de Montaje Creativo. No me di cuenta que era zurdo hasta que se puso un día a dibujar el plano de una galería de Sevilla en la pizarra. En ese instante veo que coge el bolígrafo con la izquierda y con graciosa soltura nos estampa un plano en dos dimensiones. Os puedo asegurar que no pude coger apuntes en ese momento.
Más zurdos familiares son mis amigos mellizos, residentes en los madriles y uno de ellos bloguero también. Cuando él (su melliza es ella) coge su guitarra, igual que lo hacía Jimmy Hendrix, no sé ya ni lo que toca, simplemente observo como una tonta apamplada su manera de rasgar las cuerdas con la mano izquierda y marcar las notas en los trastes con la derecha. Vamos, al revés.
Dicen de los zurdos que son más creativos, más complicados, más enrevesados y más audaces. Posiblemente. Usan más la parte del cerebro que se dedica a los anteriores menesteres. Se rigen por ese otro lado que nada tiene que ver con el oscuro tan en boga en los tiempos que corren. Su mundo es más complejo. ¿Cómo pueden cortar con unas tijeras? ¿O servir la leche con un hervidor? ¿Y escribir con estilográfica? ¿Abrir una lata?
Y para todos aquellos curiosos que paseáis por aquí, deciros que no, que no soy zurda. Tampoco soy diestra del todo. Las monjas se encargaron muy y mucho de hacerme escribir con la mano derecha lo cual provocó en mi una pequeña dislexia que se ha ido corrigiendo con los años y de la que sólo me queda el resquicio de la lateralidad cruzada. Y que no puedo planchar, ni coser, ni comer, ni pegar patadas a un balón con la diestra. Mi abuelita se pone de los nervios cuando me ve hacer esas cosas con la “mano mala”. Supongo que serán prejuicios de un pasado no muy lejano en el cual los zurdos escribían aquello que les dictaba el mismísimo Belcebú.
Feliz fin de semana a todos (qué deprisa pasan los días, ¿no?).
Calamity.