Diálogos con la almohada IV

Me dice mi almohada que es normal que piense en el suicidio como posible salida a mis problemas. Perdón, ¿me puede repetir que no he entendido bien? Sí, que me dice mi almohada que el suicidio puede ser una salida a mis problemas. Oyesss, pues me quedo más tranquila. 0_o

La ideación suicida -que es así como se llama en términos psiquiátricos- es un tema que me tiene intrigada. ¿Cómo alguien se puede quedar tan campante cuando otro le dice que está pensando en morir? Yo me asustaría, no sé, trataría de hacer algo, no sé el qué... Pero resulta que charlando con otras amigas mías tan neuróticas o más que yo coinciden en cuanto al temita que nos atañe. Para ser exactos una de ellas piensa exactamente igual que yo: ¡qué descanso sería, por dios! Y yo tampoco me asusto por ellas.

Decía Da Vinci que el que no ama la vida, no la merece. Bien. ¡Amo profundamente la vida! Solo con saber que existen la Muralla China, los templos de Karnak, las cabezas gigantes de los Olmecas y el Monte Athos tengo suficientes excusas para prendarme de ella porque me encantaría conocer todos esos sitios (ya sé que a Athos no podré ir jamás, so pena que me haga un cambio de sexo), leer infinitud de libros, escuchar todos los días un disco nuevo (¡ir a conciertos, ay, síiiiiiiiiii, qué ganicas!)..., peeero no voy a poder. Por eso pienso que viviendo así, no merece la pena.

Estoy bastante a la deriva y lo sé, soy absolutamente consciente de ello. También intuyo ciertas vías de resolución, pero como en seis años todo me ha salido mal, he desarrollado una especie de indefensión aprendida que hace que me abandone a mi suerte, que no suele ser buena, y que los problemas de ser relativamente grandes se estén transformando en enormes e inabarcables. ¡Si hasta mis válvulas de escape son ahora una especie de olla exprés incapaz de contener en la abarrotada cocina que es mi vida!

Estoy hecha un fistro... No se me asusten, queridos, que encima de querer abandonar este mundo, tampoco puedo hacerlo (¿mi momi, qué sería de ella?) ¡qué fatalidad!