2/8/12

Qué bien sabe no existir

Esta noche he tenido un sueño de esos que empiezan bien y terminan en absoluto terror. Estaba en la playa, contenta, oyendo las olas y mirando el cielo (me acuerdo hasta del atuendo). En medio de ese impasse apareció un destello de luz que dibujaba una estela de color anaranjado en la que me fijaba absorta. Se acercaba hacia a mí; no estaba acobardada hasta que me percaté que el conductor de esa luz era el mismísimo Mefistófeles susurrándome he venido a por ti. Obviamente me he despertado dando un respingo.

Mañana tengo una anestesia general. Va a ser la segunda de mi vida. La primera fue un absoluto remanso de paz. Me dormí soñando con la Sierra del Saja y Nansa (se lo he contado ya, ¿no?). El despertar fue una pesadilla tan terrible como la que he soñado hoy, pero real.  Aún conociendo el posible posterior infierno, espero fervorosamente ese par de horas de no existencia desde hace semanas.

No se preocupen si no me ven estos días, no me va a pasar nada, al menos no mañana. Simplemente voy a estar atando cabos sueltos y soltando cabos demasiado atados. En Agosto, sí, en este mes tan inerte como las aguas del Mar Muerto.


El sonido es horrible, sorry mil. Al final me voy a tener que abrir canal en YouTube.

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