Hasta hace unos meses creía que sabía encajar bien las críticas siempre y cuando estas estuvieran argumentadas y fueran constructivas.
Pero no. No sé.
La razón es simple. Los primeros días (horas) me auto convenzo de mi fortaleza. Cal, eres dura, es por tu bien, tienes que mejorar, etc. Al rato estoy hecha unos zorros. Cal, eres una mierda, no sabes hacer nada, retírate antes de seguir haciendo el ridi, etc.
Emitir una opinión acerca del trabajo de los demás es relativamente sencillo, sobre todo si entiendes del tema. Establecer un juicio certero acerca del quehacer propio es imposible. O pecas por defecto o te pasas de vueltas creyéndote el rey del mambo. ¿Por qué se nos hace tan difícil aplicar los criterios que usamos con los demás a nuestra propia faena?
A lo largo de los años he ido tomando y dejando trabajos, aficiones, ocupaciones en función de la opinión (acertada o no) de los demás. Soy boba, sí. O, mejor, no tengo autoconfianza y sí mucho miedo. Pero ya, ces't fini! Soy como soy (boba o no) y hago las cosas lo mejor que sé (atine o no). Al que le guste bien y al que no ¡zapatilla!
Tal vez ahora esté empezando a aprender...
(Enigüei, ¿saben como hacer críticas propias más o menos honestas? Entiendan que estoy ejercitándome en tal asunto.)
11/10/12
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