En mi segundo año de residencia en la capital del reino me fui a vivir ¡a (cerca de) Pitis! Me encantaba despertarme y abrir la ventana de mi habitación para ver que seguía en pie una pequeña chabolilla construida con el material acanalado que se pone en los tejados. Más allá del poblado se acababa literalmente Madrid.
Molaba la piscina de la urbanización en las calurosas noches del verano, fuera del griterío de la muchachada diurna. Era genial tener un gym (y dos tascas) a diez pasos en el que las barbies aerobic del piso compartido y yo sudábamos la gota gorda para lucir cuerpo de sirena con piernas.
Molaba la piscina de la urbanización en las calurosas noches del verano, fuera del griterío de la muchachada diurna. Era genial tener un gym (y dos tascas) a diez pasos en el que las barbies aerobic del piso compartido y yo sudábamos la gota gorda para lucir cuerpo de sirena con piernas.
El lugar perdía todo su encanto cuando cualquier día de la semana tu agenda social te hacía retrasarte hasta las horas de la noche en las cuales el transporte público brilla por su ausencia. Entonces había que pillar un taxi.
Ah, los taxistas, esa raza humana por descubrir... Habría que apuntar en una lista los diferentes especímenes que pueblan los cascos urbanos. Los que escuchan la radio y refunfuñan en solitario (o no) las opiniones de tal o cual fulano. Los que ponen cualquier radiofórmula a excepción de Radio 3 y Radio Clásica. Los que llevan la radio del tele-taxi a modo de letanía. Los taxistas que pinchan a Camela y los Chichos en el cassette ¡existen, en serio!
Normalmente en los viajes vespertinos hacia el más allá capitalino mi estado era tan comatoso que la cosa se traducía en lograr mantenerme tiesa en el sofá de atrás. Así que como para intentar al tiempo escuchar las brasas del conductor y/o la banda sonora que acompañaba.
En una de esas caliginosas carreras, subiendo por la carretera de la playa, mi cerebro se espabiló con la melodía de una canción. Era ÉL (ellos siendo precisa). Sonaba The Good Son y al momento entablé una tímida conversación con el conductor. Nuestros gustos musicales eran prácticamente iguales aunque nos diferenciaba una cosa: el chico ya había estado en varios conciertos suyos.
Llegamos a mi destino. Pero lo que yo quería no era bajarme del Passat blanco sino saber más acerca de esos directos.
Les dejo con una de mis favoritas de Nico Cueva y las Malas Semillas (por cierto bestial en vivo).
No tengan miedo y déjense embaucar por el diablo este puente/fin de semana. ;-)
Cal.
En una de esas caliginosas carreras, subiendo por la carretera de la playa, mi cerebro se espabiló con la melodía de una canción. Era ÉL (ellos siendo precisa). Sonaba The Good Son y al momento entablé una tímida conversación con el conductor. Nuestros gustos musicales eran prácticamente iguales aunque nos diferenciaba una cosa: el chico ya había estado en varios conciertos suyos.
Llegamos a mi destino. Pero lo que yo quería no era bajarme del Passat blanco sino saber más acerca de esos directos.
Les dejo con una de mis favoritas de Nico Cueva y las Malas Semillas (por cierto bestial en vivo).
No tengan miedo y déjense embaucar por el diablo este puente/fin de semana. ;-)
Cal.

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