En los últimos tiempos abuso del chandalismo. Es lo que tiene llevar la vida de una monja de clausura, que empiezas renunciando a los pitillos, las minifaldas, los stilettos y acabas pareciendo un fistro para ir a por el pan.
Por lo menos una conserva la suficiente cordura como para no presentarse en el centro de la Villa y Corte con semejante aspecto, así que anoche, que tenía la inauguración del curso escolar en el Bremen, me dispuse a probar una muestra de crema que me han dado en la farmacia que, además de hidratar, te da un poco de color. Ser monja también me ha ayudado a desertar del maquillaje.
Ya puestos me alisé este pelo greñudo con que los genes me han obsequiado y, qué coño, me quité el chándal, pero no las chancletas (se me ha olvidado andar con tacón).
Pero la cosa no es arreglarse o no que la mona aunque se vista de seda, mona se queda y a mí la cara de pantalla de ordenador no me la quita ni el mejor maquillador del mundo. La cosa es que en el bar me encontré con un antiguo compañero de la facul que en su momento perteneció a la pandi de los guays y ahora es un creativo con nombre dentro de la profesión. Precisamente de su nombre era de lo que no me acordaba y... no fui a saludarle. Por ende no pude mostrar mi desesperación laboral. Perdí una oportunidad, supongo.
Regresando para la minimansión pasé por una circunstancia aún más rocambolesca que encontrarse con una persona por casualidad en una ciudad con tres millones y medio de almas. Me paró un fulano por la calle para preguntarme que ¡si era bailarina! Ja, ¿se imaginan a una vaca como bailarina de clásico? Yo no. Desde luego qué maneras más extrañas ha adquirido la peña para entrar a una chavala. La conversación se prolongó hasta el metro y derivó, tarjeta de visita mediante, en que el fulano en cuestión tiene una editorial y necesita grafistas. Ô_Ô
Pensándolo bien, tal vez no haya perdido la oportunidad de que la próxima vez que me encuentre con mi excompañero de facultad le hable de tú a tú.
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Se te da bien, además, escribir de manera humorística, algo que no me parece nada fácil.
ResponderEliminarUn abrazo
Ja ja ja ja, ¡la culpa es de los Monty Phyton! Lo malo es que mucha gente no entiende mi humor y se cabrea conmigo, me creen sarcástica cuando rara vez me salto la frontera de la ironía. Hmmm, peor para ellos, ahora que lo pienso.
ResponderEliminarAbrazo también para ti. Por cierto, voy para tu blog que vi el otro día en el feedly una foto de una coleta/moño que me dejó to' loca.