En una etapa de definición personal como suele ser la adolescencia, a mí me tocó vivir en la Barcelona del Dream Team. Por mucho que mi familia fuese de rancia tradición merengue y que la Quinta del Buitre hubiese estado reinando en la liga española durante nuestra niñez, mis casi hermanos y yo salimos culés para disgusto de padre, tío y, sobre todo, ex abuela. Zubi, Laudrup, Guardiola, Koeman, Stoichkov, Txiki, Bakero, Nadal, Amor, Salinas... y Johan Cruyff.
Mi relación con el fútbol -con el deporte en general- siempre ha sido un vaivén. Años de no enterarme ni de quiénes iban primeros en la liga y temporadas de seguir atenta un Irán-Cuba del Mundial de Fútbol. Esto último solía pasar sobre todo en época universitaria lejos de los progenitores, esto es, en el clásico piso compartido por inquilinos y amigos de estos, con pizza reseca en la mesa y litronas de Mahou por doquier. Y con pocas ganas de estudiar, que por eso nos comíamos un Irán-Cuba.
En 1996 estaba en tercero de publicidad que, leyenda urbana o no, se le suponía en la facultad el año hueso de mi carrera, así que estaba perfectamente informada de cómo iba la liga, la ACB, la NBA, la ATP, los campeonatos de atletismo, Miss España, Míster España y Eurovisión.
Recuerdo con especial nitidez el día que el Atleti ganó la liga y se concretó el ya histórico doblete de los colchoneros (liga y Copa del Rey). Era semana de exámenes y Anita Terremoto y yo estábamos con ropa de andar por casa viendo la tele, absorbidas por el sofá decorado con bolsas de patatas, chuches, latas de cocacola y apuntes. Tras el gol de Kiko una especie de euforia nos empujó a la terraza del 5ºA para participar desde nuestra atalaya del ambiente que se había formado en un decir Jesús. Saltábamos, nos abrazábamos, gritábamos a los coches que pitaban... ¡A la mierda los exámenes! Nos echamos a la calle. Una culé y una logroñesa con toda la hinchada atlética. Aquello fue catárquico.
El Barça sigue en mi corazón, pero aquel día el Atlético de Madrid se instaló en mis tripas, pero sin demasiada expresión extracorpórea, no fuera a ser que mis amigos culés me miraran torcido.
Así que sorprendí a más de uno hace un par de semanas cuando iba coreando a pleno pulmón el himno del Atlétic por la calle Almagro hasta Neptuno tras la derrota al Barça (sí, el Barça, mi equipo) y se alzó con la liga de esta temporada.
Y sorprendí a más de dos este finde cuando empecé a jurar en arameo tras el (alucinante) gol que marcó Ramos en el tiempo de descuento de la final de la Champions, tras el de Bale, el de Marcelo y el sádico penalti de Ronaldo. Qué cruz, oigan, qué cruz y qué mala pata.
No me tilden de antimadridista: opino lo mismo de cualquier club, incluido el Barça, capaz de gastarse cien millones de euros en un fichaje. Con un equipo lleno de estrellones a golpe de talón como el del Real Madrid lo anómalo sería que no lo ganasen ¡todo!
El sábado no solo perdió el Atleti, perdieron el trabajo, la dedicación y la perseverancia frente a la necedad del que llega a lo más alto con el mínimo sacrificio.
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Jajajaja, yo soy del Bilbao!
ResponderEliminarlo he leído por ahí, el madrid habrá conquistado la copa, pero el atlétic ha conquistado a todo el mundo! lo de ronaldo es como para que hubiera saltao el mono burgos a darle "un abrazo", vamos... qué asco de tío!
ResponderEliminar¡Qué malita es la envidia!
ResponderEliminarYo estoy contenta con el reparto. Vosotros la liga, nosotros la champion. No está mal.
Tampoco me gustó el gesto de Cristiano, ni el del que le tiró el balón a Cholo.
Yo, con los trabajadores del balón no me meto. Ellos no tienen la culpa de que paguen lo que pagan por ellos.
Es, para mi, mucho más grave, que el señor Gil, en sus tiempos se quedara con el equipo, el campo y todos sus alrededores, por un euro y los socios se quedaran tan tranquilos.
A disfrutar que ahora llega la selección.
Besos
¡Pues anda que no habrás tenido que sufrir tú con eso de ser leona, Jonhan! ;-D
ResponderEliminarHombre, opino que lo que se van a comer los gusanos, que lo disfruten los humanos, Raúl. Pero sí es cierto que el gesto simiesco (porque a mí se me pareció a un gorila a punto de golpearse los pectorales) fue feote, a nivel estético sobre todo. ;-)
Hey, hey, hey, por partes Aquí, que del Atleti oficialmente no soy seguidora. :-D Voy con otro refrán enga!: en todos los sitios cuecen habas y en mi casa a calderadas. Lo que sucedió con Gil en la casa del Atleti no tiene nombre y me pareció terrible en su momento y me lo sigue pareciendo ahora.
Y... no estoy muy de acuerdo contigo en eso de pagar/cobrar millonadas. Es que no sé cómo explicarme... el don de decir no a tiempo le tenemos todos a mano.
¡Besus!