"El hombre que viaja y no conoce todavía la ciudad que le espera al cabo del camino, se pregunta cómo será el palacio real, el cuartel, el molino, el teatro, el bazar. En cada ciudad del imperio cada edificio es diferente y está dispuesto en un orden distinto: pero apenas el forastero llega a la ciudad desconocida y pone la vista en aquel conglomerado de pagodas y buhardillas y henares, siguiendo el entrelazarse de canales huertos vertederos, distingue de inmediato cuáles son los palacios de los príncipes, cuáles los templos de los grandes sacerdotes, la posada, la cárcel, los bajos fondos. Así -dice alguien- se confirma la hipótesis de que cada hombre lleva en su mente una ciudad hecha sólo de diferencias, una ciudad sin figuras y sin forma, y las ciudades particulares la rellenan."II - Las ciudades y los signos. 3
Siempre digo que estudié Ciencias de la Información porque (entre otra cosas) me gusta viajar. No son demasiados los recuerdos que aún permanecen en mi cabeza sobre mi infancia, pero de los más nítidos que conservo están los viajes en el Seat Ritmo de mi tío, con sus decenas de botones con pictogramas y puntos verdes y puntos rojos para indicar si estaba encendido o apagado el mecanismo en cuestión.
Cuando uno planea (mejor dicho, sueña) la vida que va a llevar, mi idea era vagar por ahí hasta los cuarenta, cuarenta y tantos para luego escoger de entre todos los visitados el lugar que más me hubiera calado y sentar allí el culo de manera definitiva o más o menos definitiva.
Como dice una gran amiga "siempre nos quedará el canal Viajar", ella, que tiene tele de pago.

No hay comentarios:
Publicar un comentario