12/5/22

Desesperanza

Hace unos años, cuando escribía ficción, un amigo me dijo que tenía que ponerme con un texto que narrara la historia de un voluntario (voluntaria, puesto que se refería a cierta forma de actuar mía al parecer) del Teléfono de la Esperanza que se dedicaba a decir las «verdades» sin paños calientes a aquel que llamase. Sus usuarios, me figuro, se acabarían quitando la vida.

En menos de un año he tenido que llamar dos veces a ese teléfono y otro par a urgencias. La última vez el pasado domingo. No me descolgó nadie.

Dicen que no hay que hablar del suicidio porque produce un efecto llamada. Por fortuna la tendencia está cambiando. Desayunaba esta mañana con esta noticia. No me sorprende, por desgracia. Yo misma, de haber estado operativo hace cuatro días el 024, lo habría marcado con la esperanza de que alguien hablara un poco conmigo, sin aleccionarme.

Hay que hablar de ello y sobre todo hay que escuchar a las personas que han tenido tentativas de suicidio. Sólo así podremos comprender un poco mejor la dimensión de esta lacra social que se lleva a una media de diez personas al día en España.

La ideación suicida es terrorífica, no se la deseo a nadie. Tú no quieres morir en verdad; quieres morir en la vida que estás viviendo porque piensas —o directamente lo sabes— que tiene que haber otra mejor, pero eres incapaz, por lo que sea, de llegar a ella. Y te cansas. Te cansas mucho más allá de cualquier cansancio físico. Es un cansancio absoluto del que quieres escapar un ratito, aunque ese ratito suponga un para siempre.

2 comentarios:

  1. He conocido casos sin encontrar respuesta. Con tu lectura acabo de comprender muchas cosas.
    Siempre, siempre, siempre voy a escuchar. No importa el tiempo, ni la distancia, ni la hora.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Luna. Agradezco tu sincero comentario. Encontrarse tan tan mal es un poco como la pobreza, que da "vegüencita" expresarlo.

      Normalmente cuando alguien te pregunta ¿qué tal? solemos responder bien cuando a lo mejor estamos despedazados por dentro. Hay casos y casos, pero lo que yo más noto es esta situación. Nadie quiere cargar más la mochila del otro, que bastante tendrá con lo suyo. Supongo...

      Pero gracias, de verdad.

      Eliminar