7/9/05

Casitas de muñecas

Desde que tengo certeza de mi misma sé que me han gustado las casitas de muñecas. Sí, estas casitas, normalmente construidas con madera a cierta escala, que poseen todos los detalles –desde iluminación hasta ¡agua corriente!, claro está, las más curradas-, que tienen sus propios inquilinos y familias casi vivas que van creciendo en función de la disponibilidad monetaria del dueño de la casa en cuestión.

Tal afición es muy posible que naciera a raíz de las frecuentes visitas a la casa de la tía de varias primas mías que tenía una de estos hogares artificiales en los cuales nos embebíamos horas y horas con los mil y un detalles. A Yeya, la tía de mis primas, nunca le importó que pasáramos el rato con aquel trasto tan caro, que vistiéramos y desvistiéramos a los muñequitos de porcelana y que de vez en cuando se rompiera por culpa de un "accidente doméstico” alguna de las puertecillas de la diminuta alacena. Cuando regresábamos a casa de Yeya la casa continuaba en perfecto estado de revista.

El día que cumplí 26 años –la que suponía entonces la edad perfecta- llegó por fin mi ansiado tesoro: una caja-kit de montaje para hacer una casita de muñecas (prefiero construir yo misma la vivienda antes que una que ya venga totalmente hecha con una impecable factura inglesa). La emoción del momento hizo que se me saltaran las lágrimas (¿verdad, Paquete?).

Al poco de tener entre mis manos el pesado embalaje lo deshice casi por completo para ver qué era lo que allí había. Parecía increíble que una casa cupiese en tan poco espacio. Lo primero que saqué fueron los planos. Era perfecta. Una perfecta casa al más puro estilo Barrio Francés de Nueva Orleáns, mi ciudad preferida de los Estados Unidos. Eso sí las fotografías de dicha “mansión” venían con el color de sus paredes en un poco acertado rosa chicle. Pero aquí entraba en juego mi “buen gusto” para decorar la fachada con los colores blancos y azules o verdes o rojos tan característicos de la zona.

En ese momento mi imaginación se echó a volar y me supuse a todos los habitantes de ésta. Sería una pareja multirracial. Ella blanca y quizá un poco pelirroja o muy pecosa. Trabajaría como asistente social, probablemente, o en una ONG. Él negro y músico de Jazz, ¡cómo no!, pianista. En el ático de la casa estaría instalada la sala de reunión y ensayo de su grupo. Sería la perfecta pareja de bobo’s (bohemian bourgeois), sociologicamente hablando. No sé si tendrían niños, por el momento. El dinero de mi bolsillo no me daba para moldear un par de churumbeles o tres, pero posiblemente los tendrían. Eso sí, la casita estaría llena de flores y con varios perros. Uno de ellos un Setter Irlandés (como mi enano Señor Flöyd).

Mi casita de muñecas aún no está construida (no han habido ni tiempo ni dinero). Pero si lo estuviese, posiblemente sería la única que quedaría en pie de todo Nueva Orleáns.

Besitos.
Calamity.

PD. Quería mantenerme al margen del debate político que la noticia del huracán Katrina a su paso por EEUU ha originado. Podría hacerlo y de hecho me apetece poner verde a más de uno por las desgracias que están sucediendo, pero paso. Si fueran simplemente humanos –que no lo creo a tenor de las circunstancias-, ya se sentirían los suficientemente mal como para presentar la dimisión. O, ¡qué menos!, ir directamente a Nueva Orleáns para poner su granito de arena como lo ha hecho gente tan increíble como Sean Penn (que demuestra que, además de ser un buenísimo actor y director, es una grandísima persona dejando atrás su glamour hollywodiense, calzándose una katiuskas para el agua y una camiseta de baratillo y arrastrando botes por las inundadas calles de la ciudad intentando rescatar a los más débiles, a todos aquellos que han perdido todo). Necesitan ayuda y punto, independientemente de los pelamanillas que los gobiernen.

PD 2: Sólo una mención al horripilante titular que leí anteayer en uno de esos periódicos que regalan por las mañanas en las entradas del Metro de Madrid en el que ponía con caracteres legibles casi hasta para un ciego: PIDEN AYUDA COMO LOS PAÍSES TERCERMUNDISTAS. Creo que era el periódico “Qué”; lo más seguro a juzgar lo sensacionalista del titular. Basta ya de tanto amarillismo periodístico, por favor. Señores editores de “Qué”: me da igual que se trate de la nación más poderosa (de ahora en adelante habrá que entrecomillar esto de más poderosa) del mundo la que esté pidiendo ayuda. Lo importante –me repito más que el ajo- es AYUDAR.

Uff, qué a gustito me he quedado