7/1/09

Allí me colé y en tu fiesta me planté.

En el Facebook hay un grupo que dice algo así como soy de los que salen sólo a tomar una cerveza y acaban a las tantas de la mañana. Definitivamente me tendría que unir a un grupo así porque, pese a mi edad y el hecho asociado a la misma por el cual ya parecen más interesantes las mañanas de domingo que las noches de sábado, desde que comenzaron las navidades hasta ayer mismo el leit motiv de estas fiestas ha sido la cita escrita algo más arriba.

Nochebuena en Barcelona. Allí se suele salir, aunque sea a tomar un cacharrillo. Y así salimos mi hermano pequeño -el Nenén-, su novia y yo. Acabamos a las siete de la mañana esperando a que abrieran una cafetería de viejos para poder comprar un paquete de tabaco y tomarnos un café calentito. Cafetería que no abrió, al menos no antes de las ocho de la mañana.


En Navidad la misma cantinela pero con la hermana mayor, Tetxu. Un bar con un buen ambiente, música en directo y gente guapa en el que nos acabaron echando porque chapaban. A nuestro lado un ser de lo más peculiar, amigo de Michael Robinson (¿?), irlandés, gigante, gentleman y con una pronunciación inglesa de borrachuzo total.

San Esteban por la mañana visita obligada al MACBA para ver la exposición "Arxiu Universal" (Archivo Universal) con Tetxu y Nina. Ellas aburridas como una ostra; yo emocionada viendo fotos de Cartier-Bresson, Masats, Steichen, Lange... Por la noche con Tetxu y Nenén (y su novia, que son como Pin y Pon). Lo mismo: "bah, un par de botellines en el bar de abajo". Las tantas de la madrugada en un bar bailando cutre salsa.

El 27, muerta. Con unas ganas tremendas de pasear al lado del mar. De ver la galerna que se estaba montando en el Mediterráneo y que arrasaría la playa de Blanes, entre otras, al día siguiente. Nada. Lo de la playa, nada. Siempre me pasa igual.
Maletas, aeropuerto y para Madrid.

Nochevieja y año nuevo en Navarra, al ladito de Eunate, con cinco amigos de la infancia y la promesa de una visita a mi mejor amiga de la universidad que está teniendo un embarazo difícil. Parece un plan tranquilo, ¿no? Pues no os llevéis a engaño. El día que más pronto nos acostamos estaban dando las cinco en el reloj de la iglesia de Muruzábal.


¿Y Reyes? Pues en la tónica de las últimas semanas. Y esto sí que me sorprendió porque mi vida en Madrid en los últimos tiempos se reduce a trabajar en el curro y trabajar en casa (labores marujiles básicamente). ¿La vida social? Perdón, en Madrid para mí las relaciones sociales fuera de lo estrictamente laboral no existen.

Así que la sorpresa fue mayúscula cuando lo que prometía ser una tranquila (monótona y aburrida, añado) tarde de cine y palomitas derivó en un noche medio loca y una búsqueda diurna frenética por las calles de los madriles.

Un botellín en La Coquette que se convirtió en cuatro o cinco cervecillas aderezadas con el mejor Soul de la ciudad. ¿Quién se iba a casa con es alegría en el cuerpo? Parada en un garito al lado de casa por aquello de que el alcohol es mal compañero de viaje. En el Gruta 77 había concierto aún a esas horas.
Allí nos colamos, sin pagar un durillo. Tocaba un grupo de ska llamado Skainhead (nada que ver con el estilo a medio camino entre el electropunk y la feria del pueblo del que se gustan muchos grupos de ska). Trompetas, trombón, saxo, batería y una cantante más vieja que la orilla del río que les acompañaba en alguna canción. Sería mayor pero tenía una voz y un desparpajo que conseguía contagiar a todo el local. Mods, rockabillies, indies, rudeboys, skins... Todos unidos tarareando un mismo soniquete.



Mañana de traca la de Reyes. El Círculo de Bellas Artes abre al público su terraza. Pues allá que vamos. Allá que pasamos unas dos o tres horas, un atardecer rojizo, una tempestad de nieve que se veía venir desde el down town madrileño.

Café vienés para entrar en calor y a la Fundación Mapfre. Exposición de Degas (sobre todo del Degas escultor) y de Nicholas Nixon con sus "Hermanas Brown". La última de la serie que vi yo fue en 1.993 en Barcelona, así que tenía más de una razón para volver a ver cómo el tiempo no perdona a nadie a través de una serie de fotografías tan sencillas como explicativas.
Carrera nocturna por Madrid en busca de nuestro regalo de Reyes: completar la colección de muñequitos Opel. Sólo nos faltaba uno (Red, como su nombre indica, el rojo) y finalmente lo encontramos.



El 2.009 promete. Estoy agotada y eso en mí es bueno, es vida.

4 comentarios:

  1. Miss Cal. Dime, por favor, ¿dónde se consiguen estos maravillosos cascarrabias de peluche?

    Un abrazo

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  2. Hola Rogelio. Ya fui a tu blog para contestarte, pero por si acaso hay alguien más interesado por aquí, os diré que se pueden comprar en los VIPS de Madrid. Recorriéndose unos cuantos te puedes hacer con toda la colección. :)

    Por cierto, las fotos de este post se ven como el culo. Se cortan por la mitad, ¿cómo puede ser posible? ¿algún geek por aquí que me pueda echar una manita?

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  3. Pues qué buena transición de año. Excepto por lo de los muñecos, que debo decirte que me parecen abominables :(

    Un besazo, Cal.

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  4. Ya, Portorosa, son feos, feos, feos. Creo que ahí reside su hermosura. Son como los buldogs que de puro feos son bonitos. O mejor dicho, singulares.

    Te escribo el correo que te prometí hace tiempo, ¿vale?.

    Besote.
    Cal.

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