Vacaciones ideales

Recuerdo mis últimas vacaciones ideales (que no idílicas; para eso ya estuvieron Turquía y Cuba). Fue hace un buen puñado de años. Un año antes de que mi padre muriese (y el próximo 11 hará ya diez que falleció).

No fui a ningún sitio especial. No tuve que estudiar para septiembre. Como todos los junios de por aquel entonces hice las maletas, me acoplé en el coche de una de mis amigas de la Universidad que viajaba para el Norte y desembarqué en mi pueblo con todos los bártulos.

Pese a que tenía que echar una mano en el obrador de la carnicería de mi madre me sobraba el tiempo a raudales. Leía, iba a absolutamente todos los conciertos y fiestuchas de pueblos, me levantaba relativamente tarde (algún día que no trabajaba), hacía un buen puñado de fotos, salía con mis amigos, paseaba con Flöyd -mi perro- y hacía una de las cosas que más me puede privar del mundo: tumbarme en el jardín cuando está cayendo el sol, con los perros adormilados, la hierba fresca, mis primas y mi tía torrándose con los últimos rayos, mi tío sesteando, mi madre y mi abuela preparando la cena. Mi padre y yo leyendo... En ese momento podía palpar el tiempo. Es como si todo se hubiera detenido, el sonido se mostraba amortiguado, la luz se podía tocar. Todo, absolutamente todo, era perfecto.

En estos tiempos en los cuales oteamos hábilmente la red para encontrar el mejor destino a un buen precio, yo voy a optar por la sencillez, por la vuelta al origen. Ya no están ni mi tío, ni mi padre, ni mi abuela, mi madre como que no está... Ya no hay césped en el jardín. Ya no vivo allí. Pero me he decidido a hacer turismo aquí, en Madrid. Me he colgado la cámara al cuello y he vagado por las calles de la capital dejándome sorprender como que fuera la primera vez que las viera. He ido al Reina Sofía, a ver a la Leibowitz, a La Caixa Forum, a comer a una tasquilla de Malasaña... Hasta me han hablado en inglés ofreciéndome no sé qué paquete turístico.

(Si quieres ver más fotos de Madrid, pásate por mi cuenta flickr)

La semana que viene, cuando realmente comience mis vacaciones, volveré al pueblo con la ilusión de encontrarme con otro de esos instantes mágicos que se daban no pocas veces hace ya demasiados años. Será difícil. Muy difícil. Pero lo intentaré con todas mis fuerzas.