Una vez intenté hacer cerdo agridulce en casa. El plato me quedó algo así como asqueroso. Mi padre, al probar el primer bocado, me miró y no lo escupió por respeto, pero me contestó "y unos filetes a la plancha, ¿no hubiera sido más fácil y satisfactorio?". Pues sí.
Conocí a Rober siendo él mi jefe. Yo entraba a trabajar para un gran canal de televisión en la parte web. Él era el director del proyecto. Y yo, como a cualquier jefe, le tenía una especial manía. Me parecía un engreído. Pero con la tontería ya llevamos cerca de los ocho años juntos. Ocho en serio porque que sí, que no, que ahora me gustas, que ahora no, nos plantamos en algo más de ocho. El primer día de San Valentín pusimos una fecha de caducidad a nuestra relación: después de la Semana Santa de aquel año, c'est fini. :-D
Yo pensaba que de todos los lastres de los que voy desatando él era el más fácil de soltar. Pero estaba tan meridianamente equivocada...
Dentro de las últimas desgracias acontecidas en mi vida, él siempre se ha mantenido ahí impertérrito, como el coloso de Rodas, incluso frente al terremoto -que representa mi desordenada familia- y que al verdadero derribó. No creo que nadie en su sano juicio aguante verme histérica luchando contra una enfermedad que me tiene la batalla ganada. Y tengo un dolor. Un dolor en la muñeca que espero no se quite y así me haga recordar toda la vida que no se puede jugar al boxeo con una puerta de roble maciza.
Vuelvo a los orígenes, incluso en la capital. Estos últimos días los hemos aprovechado Rober y yo para hacer lo mismo que hiciera 16 años atrás -sola en aquella ocasión- y desandar el camino andado. Visitar el Reina Sofía (¿se creerán ustedes que nunca había tenido el Gernika tan cerca como el pasado sábado?), tranquilamente, sin ir a ver nada en especial. Darnos un paseo por el Museo del Prado. Despedirme del Perro semihundido y de los Cástor y Pólux segovianos. Pedir a las musas de la reina de Suecia su favor...
Estos últimos días aquí en Madrid han sido como el cerdo agridulce, pero del bien hecho, del comestible. Dulce por el camino y la compañía en sí. Amargo por lo que vamos a perder en cuestión de horas Rober y yo: a nosotros mismos.
Nos vemos en nada.
Cal.
Haz un flan de huevos para animarte.
ResponderEliminarSi te gusta, claro.
Besos
Pues un flan de huevo tal vez no haga. No porque no me guste sino porque no tengo mano con los postres (bueno, me salen bien la tarta de manzana y poco más), pero un guiso de estos míos, de los de tenerte que echar una siesta después... Pues mira, lo mismo sí. Y cuelgo la receta. =D
ResponderEliminarBuff, acabo de llegar del viaje, de desempaquetar el coche (que parecía una marroquí en busca del estrecho de Gibraltar, sin ánimo de ofender a los marroquíes, claro) y de acostar a la mamá que hoy está especialmente insomne.
Voy a ver si duermo. Mañana, esto, hoy será otro día.
Un beso bien fuerte.
Cal.
Pues ¿te querrás creer que yo tampoco había ido al Reina Sofia hasta el año pasado? Tiene narices, pero es que nunca me había dado por ir.
ResponderEliminarLo de la cocina (en tu caso el cerdo agridulce) es muy típico de la gente, eso de empezar la casa por el tejado ;)
Ánimo con lo de tu madre.
Mucha suerte, Cal, y mucho ánimo.
ResponderEliminar(Yo, cuando me puse delante del Gernika me eché a llorar. Me acordé de mi abuelo y de otros tantos como él. Me impresionó muchísimo.)
Un besazo, linda!
Te entiendo, Filla.
ResponderEliminarLe vi por vez primera en el Casón del Retiro y estuve horas delante muy emocionada.
Eran otros tiempo para todo.
Se estaba creando un nuevo país y el cuadro era parte importante de ese cambio.
Besos
Si yo ya había ido hace 16 años a verle. La tercera vez que fui a Madrid (las dos primeras fueron un tanto futiles porque fui con el cole de excursión) me hice el triángulo del Arte (Reina Sofía, Prado y Thyssen). Delante del Gernika no me había puesto porque me dan cierto pánico las aglomeraciones. :-S Esta vez le eché c...nes al tema y salí airosa del paso. Total, no era mucho más difícil que quedarse en la parte de atrás del todo de un concierto.
ResponderEliminarEn cuanto al cerdo agridulce, Eulez, bueno, hoy me he decantado por una caldereta de cordero (a mi madre se le ha ido la pinza y ha creído que veníamos ochomil a comer). Más fácil. ;-)
Gracias, Filla. Estoy llevando un poco mal estas primeras horas aquí. Hoy ha tocado noche toledana así que estoy mueeeeerta de cansancio. Además me han dado otra mala noticia. Otra más. Mira, de entre todas esta casi es la que menos me preocupa, pero estoy más flipada que un mono ahora mismo. :-O Un post más, pero, en serio, esta vez trataré de tomármelo con sorna. A ver si lo consigo. Al menos estoy más animada. Tengo algún ángel de la guarda por ahí (o algunos) que me ayuda(n) mucho.
Pues, Luna, ¡ya hace tiempo, eh! Yo la primera vez que lo vi fue en un sello. Enseguida me enamoré de él. Lo dibujé y todo, pero de colorines (tenía 7 años y entonces no entendía el sentido del cuadro). A ver si lo encuentro...
Besos para los tres.
C.
Creo que ya lo he contado en algún sitio, pero una vez, para quedar con un señor en Madrid, le dije: "bueno, podríamos quedar en la puerta del Prado" y él, sorprendido me contestó "¿qué prado me dices? ¿No querías quedar por el centro?". Después de eso entre resignada y asombrada farfullé: "al lado del Ritz, ¿te parece?". Un señor de Madrid de tooooda la vida.
ResponderEliminarVer para creer. :-D
Me bajo a los fogones, que se me quema el guiso.
Que te vaya muy bien Cal.
ResponderEliminarSobre todo no pierdas el ánimo ni el sentido de la lucidez e inteligencia que demuestras en tus comentarios.
(Sustituir el Guernica por el románico palentino tanpoco está nada mal, ¿no te parece?)
Gracias una veaz más por haberme descubierto a Sigur Ros.
Un beso.
¡Gracias, Rogelio! Muchas gracias. Mira por lo pronto a ver si se alinean los planetas de tal manera para que esta tarde me dé tiempo a ir a ver algún capitel precioso de los que tenemos por aquí.
ResponderEliminarDe todas manera, pensé que nunca diría esto, pero echo tanto de menos a Madrid...
Lo de Sigur Rós, bah, son tan tan tan buenos. Tienes que verlos en directo y, si puede ser, en una sala pequeñita. Eso sí que es una experiencia religiosa (y no lo de Quique Iglesias). Mira, me lo pondré ahora en casa, para tomarme las cosas con más tranquilidad y bueno, no sé.
Besote.
C.
Cal, con esto de los estudios, te tengo perdidísima. Ni siquera sé si sigues en el pueblo (supongo que sí), y con lo de Róber estaba confundidísimo (y, sin querer decirte con esto si está bien o mal lo que decides, porque no lo sé, te digo que Róber me parece una persona impresionante, por lo que lo conozco).
ResponderEliminarMañana voy a Madrid, pero imagino que tú no estás. Me gustaría mucho hablar contigo, llamarte...
Muchos besos, linda.
No te apures, Portorosa, sé que eres un chico aplicado y, ¡qué carajo!, que tienes que estudiar y punto.
ResponderEliminarNo. No estoy en Madrid ya. Me gustaría mucho verte (veros, si vienes con compañía), pero no va a poder ser. Mira, como mi estado de ánimo actual es como una montaña rusa, cuando mañana me encuentre algo bien, te mando un mensajín y si puedes, hablamos.
Un beso muy fuerte.
C.