5/9/09

Fuego

Desde hace unos meses me viene rondando la idea del fuego. Fuego hechicero y purificador. Me gustaría quemar todo lo que me ha rodeado en estos 33 años de vida. Vale, quizá no todo. Salvaría mis archivadores de fotos, los libros, los discos, mi colección de Barbies (sí, soy frívola, ¿y qué?)... Poco más.

Me encantaría prenderle fuego a todo.

Tal vez no sea quemarlo todo, pero sí que hemos decidido (mi paquete y yo) no llevarnos nada de esta casa cuando ¡algún día! nos mudemos a su apartamento.

¡Arde, arde, arde!
Cal.

8 comentarios:

  1. Me acabo de llevar una alegría muy grande, mucho, al leerte hablar de tu paquete. :)

    Un beso muy fuerte.

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  2. Bueno, pues estoy preparando un digamos especial Rober que ¡a ver si te gusta! Espero no ser muy pesada.

    Beso, hermosa.

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  3. Buenos días:
    No es un consejo. Aunque por la diferencia de edad, podría serlo.

    Deberías dejar detrás y quemar todo lo que te pese, lo que te impida caminar y respirar libremente y sin dudarlo.
    Y hacer una hoguera de verdad y ver como las chispas liberan una barbaridad.

    Suelo hacerlo en San Juan y es gratificante.

    * una vez quemé una guitarra. Decían que estaba loca y no. La tristeza de verla cada día, me ahogaba.

    Besos a las dos

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  4. Yo no quemé a Lola -mi guitarra; la dichosa manía de nombrar todo lo que a priori me describe-, se la regalé a uno de mis mejores amigos. Guitarrista de pro aunque no profesional. Y ahora viene mi madre y me dice que qué he hecho con la guitarra, que ella la quería tocar, que cómo se la he podido regalar a mi amigo (amigo que, por otra parte, ella adoraba). Yo trato de explicarle uuuuuuuuna y ooooooootra vez que me daba lástima verla abandonada apoyándose en el lado de mi armario. Pensaremos que es su enfermedad la que habla por ella (aunque ya me lo decía antes de estar enferma; lo que verdaderamente le importa es lo que costó la mierda de la guitarra, coño).

    Es que tu comentario me lo ha recordado. ;-)

    En la hoguera de San Juan he quemado yo lo inquemable. Son también las fiestas de mi pueblo y, todo lo que me anclaba, para allá que iba. Y cuando no estaba en mi pueblo, me hacía una pequeña fogata en la azotea del piso en el que viviera en ese momento (13 mudanzas llevo a mis espaldas y estoy con la 14 que no será la última).

    No sé. Ayer por la noche Rober (mi paquete) y yo hablábamos de nuevo de esto. Le propuse lo que hacen en Chile: una subasta. Allí tienes que dejar vacíos los pisos cuando te mudas. Mi prima Nuria hizo una subasta. Y no quedó nada, ni la botella de lejía. Y con ese dinero, un viaje, para volar de verdad y no guardar monedas en la cartilla que al fin y al cabo acabarían lastrando del mismo modo que los muebles, platos, lámparas, colchón (¡con lo caro que fue, qué incómodo es!), cubiertos, figuras insulsas... Tantas cosas.

    Bueno, veo que hoy estoy más charlatana de lo que debiera. Hum. Estoy escribiendo, que no está mal. Calentando para después, a la tarde, ponerme con algo serio. Serio, digo, ja, ja, ja.

    Un beso, Luna.

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  5. Mira, Luna, que llevo toda la mañana tranquila, pero el subconsciente es lo que tiene: que aparece cuando menos te lo esperas.

    ¿Sabes lo que realmente me gustaría quemar? La casa de mis padres. Ésa sí que me lastra. Y no veas de qué manera. Me gustaría encender una de las cortinas y que luego fuera ardiendo todo, sin sacar nada (ni mis amados libros de Chagall y el Código Civil del año de la pun que es lo único que me queda de mi abuela-madrina, aquella que me repudió frente a un tribunal, qué cosas).

    Ese es mi principal lastre. Lo malo es que no me puedo deshacer de él. Resignación, querida. Todo llegará. Sólo espero ver algún día el cartel de "se vende" colgado de la terraza, esa que amenaza con ruina y que obligada he de arreglar antes de que lleguen las primeras nieves, en nada, en dos meses. Que pase el tiempo rápido. Ya.

    Adiós subconsciente.

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  6. Que fuera un sueño de esos que tamiza la memoria vistiéndolos de buenos recuerdos. Pero sólo eso un sueño, una nostalgia, un pasado inventado para nos sufrir todo lo que se sufrió dentro de ella.

    Ya, ya. Estoy tontorrona. Echo de menos demasiado.

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  7. Cómo me gusta leerte, que bien, así tan... escribidora, hoy.

    Ese especial Rober, no me lo pierdo yo por nada del mundo!

    Oye, que tenemos que vernos Cal, que me apetece mucho verte.

    Yo esta semanita escribiré mucho, seguro y tomaré una de esas decisiones que una adulta tienen que tomar (que me compro piso, creo, que miedo!!), y otras mucho más trascendentales.

    A mí me ha dado un nosequé con los bienes materiales (obviemos lo del piso, vale?) y he decidido tener cuanto menos mejor. Los libros, por ejemplo, los compro, los leo, los regalo. Hala!

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  8. Lo que posees, te acabará poseyendo. No sé quien dijo esta frase, pero no puedo estar más de acuerdo.

    Yo soy muy de aferrarme a las cosas más estúpidas que te puedas imaginar. Cuando mi abuela se fue, siempre quise quedarme con una cajita de puros "Romeo y Julieta" en la que guardaba los hilos para coser. Bueeeeno...

    Una casa es una decisión importante. Supongo que cuando una es madre las cosas cambian un montón. Supongo que es más lógico lo de echar el ancla en algún sitio. :-) Por ahora nunca he tenido esa necesidad. Soy culo de mal asiento. Pero con el tiempo, fijo que nacerá en mí.

    ¡Suerte con lo de tu casita! Y, sí, mujer, ¿cómo no nos vamos a ver? Antes de lo que pensemos, ya verás, estaremos tomándonos unas cañitas por ahí, en cualquier sitio. Ahora con el coche, uy, me muevo más que un púlsar.

    Un beso muy fuerte, Filla.

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