19/11/09

Limbo

No recuerdo la última vez que fui tan feliz sin necesidad de estar eufórica. Tal vez fuera en 2005 a mi regreso de Rusia. Creo que fue allí donde todo empezó a cambiar. El espacio. El tiempo. Todo.

Puente Anichkov, San Petersburgo, Rusia

Tenía miedo, qué digo miedo, tenía pavor a estos días en Madrid. Había estado retrasando el momento lo máximo posible. Pensarán que soy imbécil, pero tenía miedo a que mi perro -Floyd- no se consiguiera adaptar a una mansión de 35 metros cuadrados después de haber vivido 13 años en una casa de campo. Me turbaba que nosotros no pudiéramos sobrellevar su naturaleza inquieta. Todo ha ido bien.

No he hecho nada especial. Ni siquiera me he dado un paseo por el centro. No he ido a ningún concierto. Al cine una vez y de puro churro. Ninguna cena especial. Comiendo sola. Nada. ¡Ni siquiera me he traído la cámara de fotos! Pero me he sentido afortunada, como en un pequeño limbo rodeado de toneladas mierda que ni veo, ni huelo, ni siento.

Quizá la vida me esté dando una tregua.

6 comentarios:

  1. Cal.
    La vida te estará dando la tregua que tú consideres, porque este tú quien controla tu vida.

    Bienvenida de nuevo a tu casa. UN abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Bien, muy bien.
    Un besazo, Cal.

    ResponderEliminar
  3. La vida debería darte felicidad...
    Todo tiene un comienzo y seguramente ha llegado el tuyo. No desaproveches nada, nada, nada.
    ¿vale?

    Muchos besos

    ResponderEliminar
  4. Floid es un héroe
    35 metros!!!!

    ResponderEliminar
  5. Ay, Rogelio. Me encantaría saber dominar mis emociones. Estoy leyendo por segunda vez en mi vida -y que conste que este tipo de literatura de hadas que es como yo llamo a los libros de autoayuda- Tus Zonas Erróneas y parece fácil, pero para mí es harto complejo. Mi biología (los neurotransmisores para ser exactos) me hace pagar muy caro los momentos de felicidad.

    Gracias, Porto.

    Pues eso pienso yo, Aquí. El caso es que yo no desaprovecho ningún momento. Todos me sirven. Incluso los peores.

    Floyd el pobre es un anciano, Pau. Yo creo que más que heroísmo lo suyo es resignación. De todas formas se lo ha pasado como un enano. Creo que se está acostumbrando a su nuevo estatus de estrella de la casa. En casa de mis padres siempre ha sido el último mono (hasta la perra de mis familiares tenía más caché que él) y ahora con nosotros es una especie de rey perruno. Aún echamos mucho de menos a nuestra gatina, así que todos los mimos que le dábamos a ella se los está llevando ahora este grandullón.

    ResponderEliminar
  6. Ejem, quería decir que la literatura de hadas no me gusta lo más mínimo. A excepción del libro de autoayuda por excelencia: El Príncipe de Maquiavelo.

    (si leyera los comentarios antes de dar al botoncito de publicar, no tendría que hacer correcciones sobre la marcha; para qué tantos años de escuela XD XD XD XD XD )

    ResponderEliminar