13/11/10

Black Rebel Motorcycle Club, live in Madrid, 2010/11/10

Para nosotros, para el resto de la humanidad y para abreviar: BRMC.

Ya era la segunda vez que veía al trío de San Francisco en directo. De la primera no puedo hablar demasiado porque digamos que iba en un estado de embriaguez lo suficientemente elevado para percatarme solo del ambiente guitarrero y sórdido que destilaban sobre las tablas. Desde entonces hasta hoy han pasado casi diez años y cinco álbumes de estudio (seis tienen en total).

Con los BRMC me pasó algo que no me suele suceder. Estaba en la Fnac. Vi un disco que me llamó la atención. Lo pinché y tuve que llevármelo en ese mismo instante. Nada de esperar a ofertas. Aquello era tan, tan, tan... ay, no sé... tan cautivador, tan los Jesus & Mary Chain del siglo 21, tan oscuro, tan punk, tan garajero, ¡tan nuevo!

Luego en el segundo disco pegaron un giro por lo menos sorprendente: un disco, el Howl, más sosegado, más gospel, más folk. Como si hubieran abandonado unos cuantos años la costa oeste de EEUU y se hubieran ido a vivir, qué sé yo, a Ohio. La crítica casi se los come. A mí me encantó.

Son mi grupo bipolar favorito. Me da igual que se calcen las botas camperas y el gorro de cowboy o las chupas de cuero. Me gustan de cualquier forma. Eso sí también he de decir que son una banda de directo. A mí me cuesta escuchar un disco suyo completo porque se me hacen un poco pesados.



Pero el otro día en la Riviera de Madrid hubiera pagado para que Peter Hayes (guitarra, armónica y voz),  Robert Levon (bajo, voz y teclado) y Leah Shapiro (batería) hubieran continuado dos horas más acariciándonos con sutiles acordes de guitarra acústica o dándonos de bofetadas con sonidos que rayaban el shoegaze.

Repasaron temas de toda su discografía e hicieron especial hincapié en su último trabajo Beat The Devil's Tatto aunque se llevaron a la gente de calle cuando tocaron sus temas clásicos como "Whathever Happened To My Rock And Roll", "Red Eyes And Tears" o "Spread Your love" (que enloqueció a una algo adormilada platea).

El sonido dejó muuuuuuuuucho que desear al principio de la velada. BRMC son un grupo que solo tienen batería, bajo y una guitarra y, ¡por el amor de dios, no se oía la guitarra! Afortunadamente a la cuarta o quinta canción se solucionó el problema. Al final voy acabar cogiendo manía a la Riviera si siguen con esta acústica tan mala.

Lo mejor del concierto según mi parecer llegó en el primer bis. Sólo puedo describirlo como apoteósico. Dos canciones acústicas y un trallazo sonoro de más de diez minutos (disculpen que no recuerde el título, ¿"Devil's Waitin'" fue una de ellas tal vez? ¿"Half State"? Ay, no sé, no he hecho los deberes) que nos dejó a más de uno con la boca abierta. Fue en ese momento, cuarenta y cinco minutos después de haber comenzado el show, cuando se notó que los tres músicos estaban disfrutando del concierto y de la música. Se soltaron y lo que fluyó fue simplemente colosal.

Un concierto genial. Sobre todo cuando se tiene el monazo terrible de llevar más de un año sin ir a uno.

PD. El señor Levon ha engrosado la lista de mis bajistas eléctricos favoritos.
PD. Los que me leáis a través de lector de feeds estaréis fliplando con tanta edición del post. Toy muuuuuu espesa.

2 comentarios:

  1. Qué pena perdérmelos.

    Tienes razón, son un grupo de directo. Sin dudas. Sus grabaciones de estudio se hacen un poquito cansinas al cabo del sexto tema... Eso sí, la base rítmica (batería, bajo) es excelente.

    Me das envidia, Cal. Un abrazo.

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  2. A mí me regalaron la entrada en plan sorpresa, Rogelio. Sólo me dijeron tres pistas: son norteamericanos, no sé si ir de negro al concierto, tienes dos discos en casa. Y dije, vale, los BRMC. Je, je, je. Tenía un monaaaaaaazo de concierto roquero que ni yo misma me creía que pudiera haber estado más de un año sin ver a una banda que me gustase. Fui a ver a Los Despistaos y a Álex Ubago :-S pero por motivos de trabajo (el segundo, sobre todo, un coñazo, aunque decía que iba a hacer un concierto más movido).

    Disfruté mucho, la verdad. Mi acompañante decía que había sido uno de los mejores conciertos de su vida... Hooooooombre, estuvo muy bien, pero para mí no llegó a la intensidad de, no sé, cuando vi a los Cure en Barcelona ¡hace ya casi 11 años! o a los Mercury Rev en una salita pequeña de Madrid.

    Tenías que haber venido, hombre (yo tengo pendientes para ya el de Arcade Fire, el de MGMT y el de ¡ay! Roger Waters). Un besazo.

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