Me he propuesto, entre otras múltiples mejoras de este egoblog, incluir una sección de gastronomía en él. Lo admito: me pierde comer. Y me pierde cocinar, sobre todo cuando viene gente a comer a casa y no tengo que hacerlo todos los días como algo automático. Hmmmmmmm, la cocina, ese placer insondable... ¿Les ha pasado alguna vez que han probado alguna comida y se les han puesto los pelos de todo el cuerpo como escarpias? A mí sí. Casi hasta he llorado degustando ciertos platillos (y ciertas bebidas).
Comencemos, pues.
No era la primera vez que visitábamos el restaurante Ex Libris de Madrid. La primera vez que fuimos, hace ya la intemerata, era la noche de mi cumpleaños y aún entonces la primera cifra de mis primaveras no comenzaba por tres. Tomamos de postre una sopa de frutos rojos que se nos caían los lagrimones de júbilo.
El restaurante es cuco y está integrado dentro de un hotel en plena milla de acero de la capital. De diseño sencillo, sus paredes están sembradas de cuadritos con paspartú grana que alojan cientos de modelos de ex libris. Un pequeño museo del ex libris podría ser.
Llegamos tarde. Nos acomodaron pronto en la mesa. Antes de sentarnos nuestra reserva ya iba con el menú degustación, fuera lo que fuese. Sin explicarnos en qué consistía el mismo nos preguntaron por la bebida que queríamos tomar. Perdóneme usted, pero sin saber qué voy a comer, no le puedo indicar si prefiero un blanco, un tinto, un rosado o directamente una ginebra, señorita; eso sí, traiga agua. La muchacha nos explicó el menú, basado en pescado blanco y carnes blancas, así que un vino blanco no muy seco quedaría bien con prácticamente todos los platos. Un blanco de Somontano. Delicioso. Bodega pequeña, pero con alguna grata sorpresilla (un Santa Digna chileno, por ejemplo y algún vino de pago que me quedé con ganas de probar).
La comida estuvo bien. Los entrantes, aunque no sorprendentes, fueron correctos (quesito de cabra rebozado, croqueta de ibérico, crema de mariscos -hmmmm-, etc). El plato de bacalao estaba realmente bueno. Lo mejor del menú. Y el platillo de solomillo de cerdo también estaba muy rico y maridaba a la perfección con el vino escogido. El postre, una cestilla de boer con helados en su interior, riquísima.
Pero el servicio brilló por su ausencia. Unas esperas entre platos inconcebibles para un restaurante que se sitúa en una franja media-alta. Se rompió una de las copas de nuestra mesa y casi no se dieron cuenta hasta que llamamos a los camareros. Tampoco tuvieron la deferencia de servir una nueva copa. La música estaba a volumen nuclear escupiendo los mayores éxitos de triunfitos y similares. El restaurante estaba lleno de mesas con gente maleducada y chillona que hacía parecer aquello más a un McDonald's que a un lugar donde deleitarse con el yantar...
Si la primera vez fue un placer que aún recuerdo a modo de sopa de frutos rojos, esta segunda vez, aunque la comida estaba rica, estaba deseando huir de aquel lugar.
Nota_ 6,5/10
Restaurante Ex Libris
C/ Infantas, 29
Madrid (Metro: Banco de España)
T_ 915 212 828
12/11/10
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Bueno, pues ya no se me ocurre...
ResponderEliminarNo, no. Si a mí la primera vez que fui, me gustó mucho. Claro que fui entre semana. Tal vez sea ese el secreto, que haya poca gente y así los camareros te atienden mejor y el ambiente es más agradable.
ResponderEliminarLa comida está muy rica, Porto. Nada del otro mundo (ya haré algún día una crítica de mi restaurante favorito de Madrid que ese sí que tiene unas recetas dignas de mención), pero sabrosa.