20/12/10

Biutiful
El mesías del extrarradio

Yo ya sé que ir a ver una peli de Iñárritu no es precisamente para salir después del cine e irte alegremente a tomar unas copichuelas a cualquier bareto, pero Biutiful, ¡Biutiful! Biutiful es directamente para pegarte un tiro después que acaben los títulos de crédito. Es como aquellos discos de Leonard Cohen de los que los críticos musicales decían que sólo les faltaba una cuchilla de afeitarse pegada al propio digipack del LP. Pues eso.

Me ha encantado. Siento verdadera adoración por Alejandro González Iñárritu desde que me descubrió, entre otras cosas, al bombón de Gael García Bernal en Amores Perros allá por el 2000. Tenía cierto interés en ver Biutiful porque es el primer largo que rueda tras el cisma creativo con su compañero de fatigas hasta el momento Guillermo Arriaga. También es la primera película en la que la ruptura temporal y la fragmentación del punto de vista narrativo no está presente. Aunque la estructura es circular. Iñárritu es como la teoría de la relatividad del tiempo aplicada al cine.

El personaje principal y único punto de vista es Uxbal, un pobre hombre al que la vida le va verdaderamente de culo y que, no sé exactamente porqué, parece buscar la redención en todo lo que hace. Redención que no va a encontrar. Esto no es un film de Hollywood. Aquí la vida no es agradable. Aquí la vida duele. Duele muchísimo. Sensacional Javier Bardem. Se merece otro Óscar. Se merece todos los premios habidos y por haber dando vida a este pobre ser.

Mención especial también para Maricel Álvarez capaz de interpretar a una persona con trastorno bipolar tipo I sin parecer una histriónica. Me asombro ahora al recordar cuando escuché en un programa de radio centrado en el Cine que el problema de Marambra (el personaje de Maricel) era el alcoholismo. No, señores, no: Marambra es bipolar. Es un tema que a mí me toca de cerca, íntimamente, como sabréis si sois seguidores del blog. Pero esto ya es otra historia y deberá ser contada en otro momento.

Y Barcelona, ¡ah, Barcelona! esa a la que yo fotografío cuando me gusta perderme entre sus callejuelas más viejas y sus ciudades dormitorio más feas y grises...

Y la música, ¡la música! Ese final con un concierto para piano de Ravel... Lo que os decía: triiiiiiiiiiiiiste, triste, tristísima. Como la vida.

1 comentario:

  1. en el que debería de haber una tarjeta un que te den por el culo?

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