3/12/10

Sin llaves a las puertas

Es una sensación extraña...

Me regalaron mi primera cámara de fotos -una estupenda Polaroid- a los ocho años. Realmente fueron dos: la Pola y una Kodak de paso 110. Desde entonces no me he separado de algo que inmortalizase con imágenes los momentos y sobre todo los paisajes. Viaje que hacía, viaje que cualquiera de mis cámaras de fotos me acompañaba. Por pequeño que fuera.

En este año y medio de idas y venidas he "cargado" con mi equipo de mano (unos diez kilazos entre cuerpo, 2 lentes básicas y flash) siempre que me he movido por la A1 en dirección norte o en dirección sur. Aunque sólo se trate de un fin de semana, nunca se sabe. Aún así he sacado pocas fotos para lo que yo era: 5.000 tiré en un viaje de 9 días a Rusia.

Acabo de llegar del último de estos viajes estandarizados y decidí no llevar cámara de fotos. De ningún tipo. Podría haber cogido una chiquitita que tenemos en casa y que no hemos usado nunca (no creo que se hayan tirado más de 20 fotos con ella), pero no. Cuando cerraba la puerta de la minimansión madrileña pensaba "no me llevo la cámara: seguro que se produce la primera visita de extraterrestres cerca de mí" y no, no nos han visitado los marcianos, pero cuando me levanté el martes estaba nevado y era todo tan bonito...

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