14/2/11

Diálogos con la almohada II

Me cuenta mi almohada que tengo miedo al éxito. Yo honestamente creo que tengo más miedo al fracaso, pero, vamos, que me hace dudar. ¿Será verdad que tengo miedo al éxito? El éxito en mi profesión es lo que más me ha movido en mi vida. Entiéndase éxito como reconocimiento sectorial, no como salir en la portada de cualquier revista o revistilla. No me interesa Forbes, aunque no me desagrada; más que nada por lo que significa aparecer ahí.

Ella me dice que el no ya le tengo y que no hago más que ponerme trabas para conseguir el . Tal vez tenga razón... Me da auténtico pavor ponerme a llamar por teléfono a los directores creativos de este país, pero, insisto, me da miedo el no. Casi nunca me han dicho que no y ahora, con la que está cayendo, es más que probable que me encuentre con muchos noes por el camino.

Sin embargo me gusta la crítica constructiva. Desconfío del elogio ante todo y por todo. Algo tiene que haber que no encaje, que no esté bien, que sea mejorable. Sé que no soy infalible ni perfecta y sé que todo lo que hago no es ni de lejos ideal. Cuando todo va bien es que algo va mal, ¿no? ¿sí? ¿quizá?

Mi almohada me ha propuesto que piense que no soy yo la que se vende a un puesto de trabajo, sino que es mi trabajo el que estoy vendiendo. Me ha costado pillarlo, pero después de dar vueltas al coco y de hilar unas cosas con otras, me he percatado de que me cuesta mucho menos soltarme cuando me escudo detrás de un pseudónimo -para muestra los seis años que llevo escupiendo chorradas en este egoblog sin ningún tipo de vergüenza- así que cuando en marzo del pasado año bauticé a mi trabajo con un nombre que nada tiene que ver conmigo debí de hacer bien, ¿no?

2 comentarios:

  1. Cada nueva temporada pillo miedo escénico -supongo que debo llamarlo así- Y tiemblo cuando presento mi colección a los primeros clientes, cuando alguien discute conmigo tendencias, texturas, formas y colores. Y ahora, a los sesenta, ya sé el por qué: no sé de qué hablan, pero no menos que ellos. Y cuando pregunto a gente como yo, incluso famosos, descubro que les pasa lo mismo.
    Ya ves, sesenta tacos... imagínate lo que te queda.

    ResponderEliminar
  2. ¡Pues sí que me das ánimos, Pau! Es broma. Supongo que los nervios a la puesta en escena con público no se pierden nunca. Se atenúan, pero perderse... Yo a veces tampoco sé muy bien de lo que hablan los clientes cuando me reúno con ellos. Así que mis reuniones duran un buen tiempo porque siempre trato de salir de ellas con alguna idea en firme, algo constatado por ambas partes. Cuando ya consigo que me hagan una parte más de su negocio empresarial, entonces ya sí que sí, me siento casi como en casa. Pero tampoco soy ingenua a este respecto. Ellos, al igual que yo con mi "empresa", buscan su beneficio.

    Por cierto, voy a ver si sigo con el diseño de la misma, "mi empresa" (me suena hasta raro llamar mi empresa a mi trabajo). La semana que viene tiene que caer una entrevista sí o sí. Voy un poco de culete.

    Un beso bien fuerte, Pau.

    ResponderEliminar