9/4/11

Días de 36 horas

Ahora entiendo el secreto de algunas de las personas que me han echado una mano con la enfermedad de mi madre.

Cuando en julio de 2009 me lié la manta a la cabeza y decidí "ir a salvar el mundo" empezando por solucionar los problemas de la casa materna llevé en el coche los nueve archivadores de negativos y diapositvas que tengo, las ocho cajas de fotos semiclasificadas, libros de diseño, cuadernos, lápices y miles de colores para dibujar, el ordenador, tropecientas tipografías y la ilusión de que, a la vez que cuidaba de mi momi, emprendería algo nuevo, algo propio, mío.

Tuve tiempo de resituar la mesa de estudio de mi habitación al salón de arriba y apropiarme de los anaqueles de su librería repletos de libros leídos y revistas. Un flexo reciclado, conexión a internet y la silla que en algún momento perteneció a un hostal en el que se alojó Unamuno cuando vino a mi pueblo.

Y ahí se quedó la cosa. Las cajas y los archivadores regresaron a Madrid sin apenas supervisión. Los libros no salieron de su caja de agua embotellada.

Al principio mi madre se valía más o menos por su cuenta. Ya había dejado de cocinar, de comprar, de limpiar y de ducharse sola, pero con el resto de las cosas se defendía. Podía ir a casa de sus hermanas sola, podía ponerse la ropa sola -eso sí, había que ayudarle a escoger el modelito del día-, comprábamos juntas en las tiendas y solía participar de las decisiones en el menú, ponía la mesa, quitaba la mesa, me ayudaba con la ensalada o a pelar patatas. Veíamos la tele y entendía el humor de los scketchs, alguna telenovela y los líos de la prensa rosa. Cosas sencillas.

Cuando me empecé a venir para acá de nuevo, hace apenas cuatro meses, las capacidades que relato arriba más o menos las iba conservando. Se había vuelto algo más torpe, pero seguía barriendo la casa, haciendo la ensalada, vistiéndose sola... Ahora ya no puede ni ir al baño a hacer un triste pis. Primero es que no se acuerda de hacer pis. Y segundo que, aunque se acuerde, no sabe dónde está el baño. Yo me negué a darle risperidona por sus ataques de ira cuando estábamos juntas. Parte de la corriente médica que estudia el alzhéimer está en desacuerdo a la hora de tomar antipsicóticos más de seis semanas seguidas. Ahora toma risperidona, diazepam, lorazepam y todo lo que antes tomaba. ¡En cuatro meses!

Regreso a casa y veo que las personas que están a su cuidado tienen tiempo de asistirla y de atender hasta cierto punto a sus cosas y veo, con estupor, que mi madre es como un pelele para esta gente: la visten, le hacen la comida, le dan de comer, la sientan, la levantan, la duermen, la despiertan... y ella ya no participa nunca en las decisiones sobre su propio yo. Que no digo que no la quieran, pero ahí está el quiz. Mi madre y yo formábamos un equipo en el que posiblemente ella era la jefa y sin embargo las personas que me la cuidan ordenan y mandan, hacen y deshacen sin ni siquiera tener en cuenta lo poco que le pase ya a mi madre por la cabeza.

7 comentarios:

  1. Qué cabrón es el señor alemán. Un abrazo.

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  2. Ay, el señor alemán... Qué duro suena, Cal, ahora me entero más o menos de cómo lo viviste allí, el cómo lo sufriste en tu espacio y tiempo. El otro día vi, al fin, Bicicleta Cuchara Manzana, y la verdad es que por un momento desearías que, en honor a los hechos, el documental estuviera dedicado o centrado en la mujer de Pascual Maragall. Pero al otro lado, está lo que cuentas cuatro meses después y sobre las personas que la cuidan ahora, y desde luego, viendo las verdaderas consecuencias de este señor alemán, aquí el indiscutible protagonista es Pascual, tu madre en este caso, que a pesar de lo insufrible que esto sea de puertas para dentro, estamos hablando de una persona que sigue siendo persona sin ya serlo, y eso tiene que ser lo más duro que haya en esta vida. Y hasta en la otra. Así que... Un beso para ti y un besote para la jefa

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  3. Uff, menudo hijo de perra, Eulez! Besazos.

    Gracias, Jo. No podría haberlo explicado mejor yo: sigue siendo persona sin ya serlo. Esto es lo peor de todo y eso que mi madre no sabe que tiene alzhéimer (una decisión suya en el momento que nuestra vecina enfermó de lo mismo; otro día hablaré de ella y de una anécdota simpática que protagonizamos cuando no sabíamos que estaba enferma). Muchos besos, Jo.

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  4. Mucho hemos hablado sobre ello.
    Nunca sé que decir. Nunca se sabe cuando se ha vivido.

    Sería bueno - sobre todo por ella- que acabase pronto y no llegara a los extremos que llegó mi querida mami, perdida en un laberinto de oscuridad tremendo.

    Y tú, debes ponerte fuerte para afrontar las cosas.

    Un abrazo con cariño.

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  5. Espero estar recuperando fuerzas, Aquí, pero cada vez que voy a verla, vuelvo fatal. Una de las últimas veces que fui a verla, hace tres semanas o así, volví en shock; al menos eso dijo la doctora que me atendió. No puedo permitírmelo, pero aún no manejo mi cabeza tan bien como para que no entre en barrena mi sistema límbico de vez en cuando.

    Hoy ha sido la primera vez que he comentado con otra persona que preferiría que muriera mi madre a verla como sé que voy a empezar a verla en breve... Es tristísimo porque no me quiero quedar sin ella, pero tampoco puedo verla así.

    Bueno, dejo el tema que me pongo un poco mal.

    Muchos besos, Aquí, muchos besos. ¡Gracias!

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  6. Pues yo te veo genial.
    Tu forma de escribir me gusta mucho.
    Tienes una facilidad que ya quisiera para mí, jaja.

    Un abrazo

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  7. ¡Gracias Aquí! He de reconocer que me encuentro mucho mejor que hace por ejemplo dos años, pero tengo mis días malos malísimos. Supongo que como todo el mundo, claro. Debe de ser que soy buena actriz, porque cuando en el trabajo me dieron la baja mi ex jefe me dijo "uy, pues si se te ve muy bien" y estaba que la doctora que me quería ingresar, así que...

    Bueno, esperemos que todo vaya bien y punto. No me voy a comer más la cabeza, la verdad. Creo que no merece la pena.

    Besotes.

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