Calamity Retuns!

Nunca pensé que una afición tan peculiar como la antropología funeraria, sobre todo lo centrado en su arte, me fuera a dar tanta satisfacción con apenas doce artículos publicados en mi otro blog. Pero la vida es así de sorprendente y, bien sea porque no somos muchos los simpatizantes, bien sea porque en este mundo de la web 2.0 todos nos acabamos conociendo, me han invitado a presentar un par de fotografías y mi propia bitácora en una conferencia el próximo 8 de Junio. :-D

Tan implicada me encuentro que hace un par de días los organizadores pidieron una foto de la tumba de la primera persona enterrada en el Cementerio Civil de la Almudena -Maravilla Leal- y yo me ofrecí a ir a buscarla. ¿Por qué no? Mis días se desarrollan entre el más aburrido de los sopores esperando a que suene el teléfono con alguna entrevista de trabajo, así que mover el culo hasta la otra punta de la ciudad no me vendría mal.

Hacía como seis años que no visitaba la Almudena. Sabía que aquello es enorme, una ciudad de muertos. Aparqué en la puerta del crematorio con la sana intención de ir en busca de algún celador que me indicara dónde estaba esta buena mujer enterrada. Caminando, caminando, caminando, cada vez me adentraba más en aquel mar de tumbas insulsas que hacían destacar al creatividad de algunos escultores. Veía a gente solitaria en dirección contaria a la mía.

Alucinada por la majestuosidad del lugar y empeñada en la búsqueda de un ser humano capaz de informarme me despisté con la hora. Cuando llegué a las puertas principales habías echado el cierre. Glups. Pues miraré en el resto de salidas, pensé. Como aquello no me acojona demasiado intenté hacer el camino de vuelta percatándome que estaba perdida a la mitad de recorrido. Uy, uy, uy...

¿Qué hacer? Llamé al cementerio. No contestaba nadie. Uff. Llamé al 010 Servicio de Información Ciudadana y después de sofocar nuestras risas a uno y otro lado del teléfono solo me pudo recomendar que llamase a la Policía Municipal. Mpfffff. ¿Cómo voy a llamar a la poli por esta chorrada? Pero la idea de quedarme allí una noche entera, yo sola, sin chaqueta y lloviendo no me gustaba nada...

Llamé a la poli. Me dieron una exhaustiva información sobre tooooooooooooodos los servicios que se ofertaban desde las comisarías policiales antes de... colgarme. 0_o Volví a llamar en modo urgencia. Me contestó una chica. Ya no podía parar de reír, ¡no sabía dónde estaba, así que no les podía indicar ningún sitio al que me vinieran a rescatar!

Tras un buen rato de paseo tranquilo y resignado sacando fotos y deleitándome con el paisaje encontré de nuevo la puerta del crematorio. Esta vez fueron los polis los que me llamaron a mí. Le dije donde estaba y allí vinieron con una patrulla discotequera al rescate de la calamidad andante que soy. Cuando me vieron carcajearme a mandíbula batiente no pudieron por menos que relajarse y echar a reír ellos también. ¡Casi nos vamos de cañas!

Al día siguiente volví al camposanto ya mejor informada. Mi intención fue ir primero a la puerta principal a por el mapa y el segurata fue tan majo que me dejó pasar con el coche por el medio de la sacramental. ¡Qué sensación más extraña la de cabalgar por aquel horizonte de mármol con PJ Harvey sonando en el cassette!

Llevó su tiempo, pero ¡la encontré!: Maravilla Leal González, fallecida el 9 de Septiembre de 1884 a los 20 años de edad. La primera moradora de aquella inmensidad.

Casi ya ni se leen las letras antaño grabadas en la lápida de mármol.