16/9/11

Anestesia, por favor.

Debería de encontrarme feliz y sin embargo no lo estoy del todo. De hecho me siento poco dichosa, sobre todo cuando doy en pensar este tipo de ideas que, supongo, no me hacen bien, pero tampoco me puedo deshacer de ellas así como así. Con todos ustedes hoy en "Como Vaca Sin Cencerro" el Muro de las Lamentaciones. ¡Recibámosle con un gran aplauso! Pueden hacer off, si quieren, no se perderán nada importante.

Acabo de ser tía. Síiiiiiiiiiiiiii, me llena de, ay, no sé con qué adjetivo describir la sensación que tengo... No me podrían hacer mejor regalo. Claro, que tampoco es un regalo, porque él -el enano- es de sus padres, de su tío (mi paquete) y de sus abuelos. Yo poco tengo que ver... Aún así el enano va a tener que soportar mis millones de flashes haciéndole fotos, millones de mimos, de besos, de achuchones. ¡Me lo voy a comer! Es lo mejor que me está pasando en los últimos seis años. :'-)

Jamás he tenido un instinto maternal tan desarrollado como en los últimos tiempos. De hecho cuando alguna mujer me hablaba de eso, del instinto maternal, me lo tomaba como una especie de entelequia, de algo que en mí nunca sucedería. ¿Hijos...? ¿yo...? ¿tal y como está el mundo...? No, gracias, ni harrrrrta de vino. Pero hete aquí que sí, que cuanto más alto grita uno que no va a hacer una cosa, la vida le devuelve semejante bofetón que te callas, te repliegas en una esquinita y no protestas, porsiaca...

Pasado mañana, día 18, hará un año que perdí a mi segundo ¿hijo? Doce semanas juntos. Una noche de hospital y ¡zas! se volatilizó el sueño. Porque ese embarazo fue un sueño, de verdad, no se pueden imaginar lo ufana que iba yo por la calle tocándome la barriga, notándola crecer día tras día, ¡ay! Me importaba más bien poco el señor alemán, la lista del INEM, los ascos que me daba el pescado, el antojo de cerveza, chufas y txangurro a todas horas, las náuseas matutinas y el sopor que me invadía noche y día. ¡Estaba pletórica!

No sé si a estas alturas mi vida hubiera sido algo mejor o algo peor con un tierno rorro de pocos meses a mis espaldas, pero pienso -y justo es este el pensamiento que creo que no me hace bien- que tal vez él o ella serían el pequeño islote que necesito para hacer pie, para no sentirme perdida en un océano saturado de agua, sin ninguna boya en el horizonte. No sería Bora-Bora, más bien se trataría de un pequeño trozo de tierra medio yermo y con un hondo pozo de agua dulce, pero podría hacer pie en una isla.

Tendría a alguien a mi lado. Familia (porque ahora, quieran que no, estoy sola, más sola que la una, sin absolutamente nadie al que pueda denominar familia; vale, sí, mi madre aún vive, pero, en fin, ¿vive?). Solo me queda seguir intentando estar a flote o hundirme, hundirme, hundirme, hundirme. ¡Estoy tan sumamente cansada de mover piernas y brazos para no ahogarme!

Recuerdo la noche de anestesia, cómo me fui durmiendo mientras pensaba en el Valle del Nansa, como ése fue el último rescoldo de paz y esperanza que habitó en mí. Ojalá no me hubiera despertado nunca.

4 comentarios:

  1. Pues también acabo de tener sobrinos y por partida doble.
    Noa y Breixo con el sello familiar, pelirrojos.

    Besos y felicidades

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  2. Pues enhorabuena, Aquí. Yo, por razones obvias (no tengo hermanos), no tendré nunca sobrinos, pero el que ha nacido el jueves es mi sobrino político y le quiero un montón. También es algo pelirrojo, el enano, igual que el padre. ¡Le quiero más al chiquitín!
    Un besazo, Tía Aquí.

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  3. No digas eso nunca, Cal.
    O mejor, no lo pienses aunque lo digas.

    A qué viene ese tirar la toalla?
    Pero tú cántos años tienes, hijademivida?!

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  4. Ay, Aquí, lo malo es que también lo creo. Es solo a ratos, pero lo creo firmemente. Justo de tirar la toalla estábamos hablando R y yo antes de venir a casa. Sí, creo que me he dado por vencida. No me gusta, pero es así. Ya se me pasará, como todo, claro.

    ¿Años? Me parece a mí que los suficientes como para no querer pasar muchos más en estas circunstancias. :-)

    Un bico.

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