5/9/11

Pistolas, munición y dejarse llevar.


Cal, vamos a por las pistolas, ¡corre!

Esta fue la primera frase que me dijo mi momi ayer cuando llegamos a la residencia en la que ahora vive -después de tener que subir a buscarla porque no quería bajar- nada más me vio entrar por la puerta. Tenía un mal día. Estaba cabreada, no, cabreadísima, que nos decía. No sabía porqué, no sabía con quién, pero estaba completamente convencida de coger un cuchillo y clavárselo a ¿alguien? Quería montar -palabras textuales- la de San Quintín. 

Ante este tipo de situaciones, con el señor alemán pululando a nuestro lado, lo mejor es reírse, tomárselo a guasa y no darle mayor importancia porque tratar de razonar sería ridículo, una guerra perdida de antemano. Lo que más me llamaba la atención era que pudiera articular frases de más de cinco palabras seguidas y ¡que me conociera sin yo decirle nada! El día de antes tenía un buen día, pero no cruzó con nosotros ni cinco palabras en dos horas de visita.

Buen día... Mal día...

Por supuesto fuimos a buscar las pistolas. No tendremos la misma genética, pero mantenemos ciertos parecidos, ¿no creen? 

2 comentarios:

  1. Ánimo, guapa!

    La genética une mucho, a veces no tanto. Pero una vida juntas une, como poco, lo mismito!

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  2. Mejor que tú y que yo poca gente que se acerque a este blog sabrá que la genética, a la hora de la verdad, no une nada. Sobre todo si lo comparamos con una vida entera juntas. :-D

    Un beso, guapísima.

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