1/2/12

Manicura

La mayoría de la gente piensa que el momento más duro al mirar de frente al Señor Alemán es cuando la persona a la que quieres ya no te conoce. Sí, es muy duro, pero también te hace soltar una sonrisa cuando ese ser, por un instante, se acuerda de tu nombre, incluso del parentesco que os une.

Nuestras manos.
Uno de los trances más difíciles que tuve que pasar cuando cuidaba personalmente de mi madre fue cortarle las uñas de las manos. Esas uñas fuertes, largas, siempre pintadas eran un símbolo distintivo de su personalidad. Los domingos, más que acudir a misa, su religión era hacerse la manicura.

Nunca hasta ese momento la había visto con las uñas cortas y sin maquillar. Se me cayó el alma a los pies y los lagrimones recorrieron mis mejillas cuando pude estar un rato a solas. Ella a partir de ese preciso instante ya no era tan ella.

2 comentarios:

  1. Lo siento, Cal.
    Al menos fuiste tú quien se las cortó.

    Un beso.

    ResponderEliminar
  2. :(
    ¡Ay, estas enfermedades que ni nos matan ni nos dejan vivir! En fin.

    ResponderEliminar