16/3/12

Alma de deportivo. Chasis de furgoneta.

Marcho para el norte. :-D Mi vida se asemeja a un Ferrari: de cero a cien en cero coma y de cien a cero en un frenazo de aquellos que dejan medio neumático en el asfalto. Si hace unos meses no bajaba de los casi mil kilómetros al volante todas las semanas, llevo desde Diciembre en el dique seco automovilístico-trotamundero y, leches, lo echo de menos a rabiar. Porque cuando voy por la carretera me pierdo. Me pierdo a posta y de repente aparezco en unos lugares que jamás habría conocido de otra manera.

Ermita de Santa Eulalia en Barrio de Santa María (Palencia), con unos capitales románicos que quitan el sentido.
Mi viaje comienza ahora mismo. Me voy clase. Saldré como una bala rumbo a un concierto al que llevo deseando ir desde hace meses. Abstraerme de todo lo que me rodea -falta me hace-, dejar mi cuerpo fluir y bailar, bailar, bailar. Es posible que tomemos unas cervezuelas después y de empalmada agarraré el volante para ir a dar un beso gigantesco a mi bebé de setenta y ocho años a primera hora de la mañana.

Veré a mis amigos de toda la vida (¡San Patricio!), cenaremos juntos, saldremos juntos y me dejaré mimar porque ellos están especialmente cariñosos conmigo y yo estoy especialmente necesitada de carantoñas. Ay, esta maldita sensación de abandono.

Kilómetros de nuevo. ¿Subiremos el Aquiana que se nos resistió en Diciembre?

Después a Madrid.

Qué estrés, qué mareo, qué ajetreo. El martes ya frenaré. Espero que no sea antes y espero que no sea en seco.

Les deseo un puente de lo más epicúreo. ;-D
Cal.

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