3/3/12

Coincidencias

¿Creen en las coincidencias? Yo no lo sé; la mayoría de veces no, pero llevo de un tiempo a esta parte como una púber en plan si el autobús pita tres veces para que alguien mueva un coche en segunda fila, me van a llamar de tal o cual sitio. Luego no pasa nada, ustedes comprenderán, y tampoco me doy mal rato, ni bueno, si sucediese.

De todas formas hace unos días me levanté con la parte de arriba del pijama puesta del revés. Llego tan agotada a casa que a veces no me acuerdo ni de cómo entro a la cama. Al verme reflejada en el espejo con la cara aún somnolienta, me alegré: vaya, voy a tener una sorpresa. Estaba inundada del espíritu de la buena suerte que me ha acompañado en las últimas semanas.

También olvidé que esta señora -la buena suerte- no me acompaña durante mucho tiempo y, sí, tuve una sorpresa. Fue una sorpresa desagradable y lo peor de todo no fue lo molesto de la situación, sino que me llevo sintiendo como una gilipollas integral desde entonces. No soy una santa, no soy un amor, no soy infalible, no soy ¡ni de lejos! perfecta, pero no soy mala persona; tengo muchos fallos y conozco algunos de ellos, otros no, pero apreciarme como una imbécil siendo consciente de que además es por mi forma de ser, lo llevo fatal.

Como siempre digo, ya se me pasará y, bueno, aún tengo cierto filón de optimismo con lo cual pienso que algo aprenderé de mi actitud fallida. No necesito que me laman las heridas, al fin y al cabo es una llaga que me he hecho yo misma a base de rascar y rascar y rascar sobre una costra previa.

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