Hoy hace doce años que me vine a vivir aquí.
Ya lo he contado: llovía a mares, igual que hoy, rugía el cielo y pensé que Madrid no era el secarral del que me habían hablado. Los chaparrones me reconcilian con esta ciudad que amo y odio a partes iguales, de la que quiero escapar y no puedo. Son estos días los que me escupen a la calle y paseo con sombrero y gabardina y me pierdo acompañada de mi soledad por las callejuelas del barrio de las Maravillas o por Lavapiés y pienso que algún día regresaré a la maraña de gente que los compone.
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No contigo, ni sin tí. Es lo que tiene mi pueblo con todas las ventajas e incoveniente de un lugar grande.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ni contigo ni sin ti. Son los amores más profundos, los que dejan huella ¿no?
ResponderEliminarAnoche disfruté de tu pueblo grande a lo grande, valga la redundancia, Aquí. Mis amigos se encargaron de montarme una mini fiesta sorpresa y fue genial. Adorable Madrid. Odiada Madrid.
Un besote, guapa.
para callejear por Maravillas (o por Malasaña según te sientas), si te apetece da un toque, por si estoy en forma.
ResponderEliminarMe encanta llamar a Malasaña Maravillas, que creo es su nombre original. ¿No te parece increíble que un barrio se llame de las Maravillas? Y lo más curioso es que está repleto de las mismas. ¡Qué te voy a contar que no sepas, Nán! Malasaña, para mí, de noche (y para que la gente no me mire como las vacas al tren).
ResponderEliminarPor supuesto que te llamo el día que vaya a dar un paseo por allí. No podría tener mejor compañía. ;)