24/5/12

¿Amigos?

No. A esto de la amistad no le tengo cogido el tranquillo (¡a mi edad y con mi frenesí social!). Realmente no sé cómo funciona. No sé si me paso o me quedo corta. No sé qué ademanes se tienen que perdonar. No sé cuándo tomarme a pecho un mal gesto o simplemente que me resbale cual pato una gota de agua. No sé con qué personas sí y con qué personas no. No sé cuándo hay que dar por perdida una amistad sin que ello provoque un encadenamiento de catástrofes emocionales. No sé cómo solventar dichas catástrofes. No sé si mostrar mi mala hostia -que la tengo- y frustración o seguir siendo la alegría de la huerta confraternalmente hablando. No sé porqué demonios en el colegio, las familias numerosas y en las oficinas se pone en marcha el apestoso protocolo del amigo invisible. Si es invisible, ¿es amigo? ¿Cuánto tiempo hay que tolerar la invisibilidad? ¿Existe un baremo? Que me lo presenten.

Ay, ¡¡¡no sé!!!

5 comentarios:

  1. Se me abstengan de lugares comunes. Aquí respuestas concienzudas como para hacer un libro de esos del Punset (no me va a contestar ni dios, juá).

    Ay, creo que necesito un abracito virtual..., no, no, no, mejor ¡uno real (¿siguen existiendo?), por Christian Dior!

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  2. El otro día vimos por Madrid (los niños alucinaban) a un grupo de esos (de gente normal, no hare krishnas) que ofrecen abrazos gratis.
    A lo mejor aún los encuentras.

    No sé bien a qué te refieres.

    Pero, en cuanto a decepciones, desconsideraciones, feos, disgustos, etc., lo primero que hay que hacer es ver si lo que percibes es cierto; es decir, si ocurre lo que tú crees que ocurre, o es cosa tuya (esto es lo más importante, sin duda, en mi opinión, y lo que menos se hace y por tanto más problemas causa).

    Lo segundo: si ocurre, ver por qué, y si se puede entender/justificar.

    Lo tercero: si no es el caso, hablar, y ver si se puede solucionar el problema y recuperar la sintonía. Es decir, una vez que sabes que sí ha pasado algo malo, y que el comportamiento sí ha sido malo, tratar de arreglarlo. Pero con el otro, claro. El otro debe ser parte de la solución.

    ¿Demasiado común, todo...?

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  3. ¿Puedes creerte que nunca he visto un grupo de gente que regala abrazos? Una vez, creo recordar, en la uni lo hicimos para obtener pasta para el Paso del Ecuador, como ves, con un fin menos amoroso (aunque alguno se emocionara).

    El caso, Porto, es que no estoy decepcionada así a bote pronto con nadie. Tampoco sé bien a lo que me refiero. ¿desconexión con la realidad?

    ¿Cómo será en los países orientales en los que la ocultación de las emociones y los deseos es la moneda de cambio social? Hace poco me enteré -amigos, buenos amigos, mediante- que soy más cerrada que una ostra en estos términos. Incapaz de expresarme. Aluciné (ahí sí que estaba desconecta de la realidad, al parecer). Este tipo de bofetadas que te das cuando descubres algo de ti mismo que no sabías (y que no te mola)... Pienso en lo diferente que podría haber sido todo si hubiera abierto la boca a tiempo, you know.

    Güeno, que tampoco vamos a hacer (más) psicoanálisis aquí.

    No son lugares comunes, amigo, es sentido común. :-)

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  4. Por mi parte, decidí hace tiempo (tras una gorda y sonada) que quien me quisiera hacer daño debería decirlo así de claro. Es decir, creo que mis amigos siempre son bienintencionados. Y como yo siempre lo soy para con ellos, doy por supuesto que ellos perdonarán mis errores, como yo perdono los suyos.

    Tal vez es una postura fácil de alcanzar cuando llegas a una cierta edad, y te has dado cuenta de que amigos, amigos, tienes bien poquitos. Y que realmente, no quieres más. Mi baronesa y yo, y cuatro escogidos que han soportado el paso del tiempo y nuestras tonterías o desplantes. Qué mas puede uno pedir.

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  5. Hace unas semanas leí en un post de un chico -compañeros de taller literario- que me hizo pensar muy mucho, Neo. Atendiendo a su descripción (que me parece buena y graciosísima) soy muy perra, esto es, en cuanto me enseñan un hueso, se me olvidan todas las cosas feas.

    Pienso igual que tú, Neo. Lo cual no quiere decir que no me dé pena que algunas personas, consideradas grandes amigos en algún momento de tu vida, desaparezcan de pronto.

    En cuanto a la amistad ¿verdadera? cuento por fortuna con mi gran amiga del alma de la que algún día os hablaré: Eus. Llevamos juntas desde los seis años y, pese a que vive en Londres y nos vemos de pascuas a ramos, somos capaces de retomar la amistad en el punto en que la dejamos. La quiero y sé que me quiere. Somos muy diferentes (yo jamás habría puesto Camela en el cassette del coche, for instance), compartimos diferente cuadrilla y aún así nunca nos hemos sentido separadas. Quiero creer...

    Y algún que otro amigo más. Poquitos, como bien dices.

    No sé, debo de estar algo tontorrona, debe de ser eso (debería borrar el post ¡y tantos otros!).

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