1/3/13

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Siempre he tenido la impresión de que cuando pones una línea fija de teléfono es que ya te ha caído el juicio encima. Como que te hicieras mayor o, mejor dicho, maduro. Esta sensación proviene seguro de lo carísimo que era antes poner una linea fija ¿recuerdan? Costaba un montón, no sé, como treinta mil pesetas (unos ciento ochenta euros), así que no te planteabas llamar a los señores de Telefónica so pena que te fueras a quedar en esa casa más de cinco o seis años o hasta que la muerte os separase (a la casa y a ti).

Mi padres tuvieron la segunda linea telefónica que hubo en todo el pueblo. Entonces -en los 60- no había prefijos ni cosas de esas. Todavía conservamos ese número al que se le han ido añadiendo primero el prefijo de población y luego el de provincia.

Pues lo tengo que dar de baja. Les juro que me entra una congoja al pensar que ese número y yo ya no tendremos nada en común, que no sé muy bien cómo explicarles. Vulgarmente diría que se me cae el alma a los pies.

Fortificación construida en los siglos VIII-IX d.C. y destruida en la Guerra Civil Española, comúnmente llamada El Castillo. En la falda de una de sus laderas está la casa de mis padres. :-(

Claro que esta pequeñez es solo la punta del iceberg. Realmente lo que tengo que hacer es vender la casa y su parterre. Estoy pensando en vender primero el jardín para amortiguar el golpe (falacias de la vida, en ese lugar es donde más feliz he sido).

Le he dado mil vueltas al asunto: montar una casa de huéspedes rural (tendría que vivir en el pueblo)... alquilar (tendría que seguir con las pequeñas reformas que quedaron pendientes)... quedarme con el jardín y construir allí un pequeño apartamento (no hay cash)... una hipoteca invertida (no me la concede el banco)... una hipoteca normal (no me la concede el banco)... prenderle fuego (no me lo cubre el seguro)... Parece que no me queda otra salvo morirme de hambre y matar a mi madre de lo mismo.

Me tengo que desprender de lo único que me une a mi pasado, arrancar de cuajo esa raíz hundida en lo profundo de la tierra para poder seguir mirando hacia la nada que parece mi presente.

Mpfff.

(¡Ya es marzo, la virgen, esto va a todo trapo!)

4 comentarios:

  1. Bueno, he estado aquí y te he leído (y visto la foto).

    Un abrazo

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  2. Duele desprenderse de las cosas que te han pertenecido, de las casas que has habitado, de las personas que has querido. Pero aunque ya no las puedas tocar siguen siendo tuyas. Su legado es tu memoria.

    Un abrazo

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  3. La vida es un continuo dejar cosas y personas en el camino. Pero siempre nos llevamos pegada una parte de ellos. La más importante.
    Besos, Cal.

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  4. Gracias por pasarte por aquí, José Luis. Espero que te haya gustado la foto. Fue un día muy especial para mí, con muy buena compañía durante el paseo. Abrazo.

    ETDN, solo con la cantidad de fotos que hay dentro de ella me aseguraré de por vida que la memoria no falle. Un besazo.

    Teresa, por ahora llevo trece mudanzas y aún cuento con al menos dos futuras. Esta es la única casa que odio y amo a partes iguales. Muchos besos, cumpleañera.

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