7/7/14

El don de la inoportunidad.

Terrazas, divino tesoro estival. Ir a un bar y poder respirar aire, aunque sea el contaminado de Madrid. Sentarte o tumbarte en los sofás esos que suelen decorar los locales más posh de la capital y adivinar formas en las nubes con tu cerveza, tu cocacola, tu lo que sea al lado. Y el ruido que escupen los altavoces de tropecientos mil watts clavándosete en el tímpano.

¿Por qué? ¿Por qué necesariamente tenemos que estar rodeados de ruido en todas partes? ¿POR QUÉ? Porque eso, la música a todo trapo en una plácida y resacosa tarde de domingo, dejándote mesar la melena con el huracanado aire que se gasta últimamente la Villa y Corte, no es música. Es ruido. Por mucho que sean los grandes éxitos de Aretha, Otis, Ray y/o Etta James.

El día menos pensado escucharán en las noticias que una persona incendió al deejay de turno (o la fuente que proporcione dicho fragor) con la velita que por norma existe en todas y cada una de las mesas de ese tipo de terrazas que hace las veces de reposapapeles con el precio de la comanda.

¡MPFFF!

6 comentarios:

  1. http://nomasmusicaimpuesta.blogspot.com.es/2013/06/articulo-de-quim-monzo-21042004-y.html

    Un abrazo

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  2. Realmente, todo el blog.

    Un abrazo

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  3. Se puede decir más alto, pero no más claro, José Luis. Tú como músico y yo como melómana lo entendemos a la perfección, ¿no? Está claro que nunca se llueve a gusto de todos y habrá gente que esté encantada, pero apropiándome y extrapolando una frase de El Último de la Fila, si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir.

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  4. Pues parece que me dan la razón con lo de la música a volumen nuclear. Denuncia al canto por ruido en la terraza del Palacio de Cibeles, lugar que inspira este post.

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  5. Claro, así debe ser. Cuando a Marín (no recuerdo ahora su nombre, pero fue comisario o presidente del Parlamento Europeo hace unos años) le preguntaron qué era lo que más le había llamado la atención al volver a vivir en España despues de años en Europa contestó que "el ruido". No me extraña. Una plaga sin remedio. Un abrazo.

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  6. ¿Manuel Marín, tal vez?... Le pasó algo similar a una amiga de la uni que estuvo viviendo diez años en Bruselas; cuando regresó decía que había mucho ruido. ¡Eso que ella es bailaora de flamenco! Así que algo acostumbrada al jaleo sí que estará.

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