1/7/14

Modigliani.

Cuando era enana pocos aspectos me fastidiaban más de las clases de Literatura y de Arte que tener que estudiar las vidas de los artistas. Lo veía tan ridículo como si al aprender el Modelo Atómico de Bohr, tuvieras también que memorizar la obra y milagros del físico danés.

No sé si fue culpa de mi creciente vouyerismo o de encontrarme con un profesor fascinante en la Universidad lo que hizo que empezara a encontrarle sentido al contexto vital de un autor a la hora de entender su obra. Hoy en día no me mata conocer las biografías de nadie, pero si por un casual estas se cruzan conmigo, pongo la oreja con atención.

Hace unos meses me pasó por delante la historia de Amedeo Modigliani. Para mí el pintor y escultor livornés era sobre todo el cuadro que estaba colgado en los reservados de una discoteca a la que solía ir (hasta que se quemó). ¿Me gustaba? ¡Claro! ¿Sabía algo más de él, por qué había pintado aquel cuadro así? No.

Estoy convencida de que algo, algo conocen de las memorias de Van Gogh, lo de su oreja, que solo vendió un cuadro, etcétera. Pues esa triste historia es un festejo continuo al lado de la de Dedo y su mujer. Me quedé tan noqueada que iré a visitar su tumba con flores en mi próximo viaje a la Ciudad de la Luz como si de un familiar amado se tratase. Además me beberé una absenta in memoriam en Le Lapin Agile, uno de mis locales preferidos de París que, al parecer, también lo era de la pareja, ¡todo encaja! :-D

(Y todo este rollo, ¿paqué? quizá se estén preguntando.)

Rouge Nude, 1917. Colección particular (sniffffff sniff).
Hoy, después de casi cinco años, he ido de visita a mi antiguo trabajo. Todo estaba igual y a la vez todo había cambiado, sobre todo los metros cúbicos del que me hizo la vida imposible. Todo me era familiar y a la vez ajeno. Miraba antiguos proyectos en los que participé colgados por las paredes, en las estanterías, y los sentía lejanos, con una mezcla de cariño y tristeza, supongo que nostalgia.

Por más que he tratado de evitarlo, de regreso a la minimansión la palabra fracaso ha sido mi compañera de viaje. Y me vino a la memoria Modigliani.

2 comentarios:

  1. Mejor, llámalo robo.(Gracias por el enlace)

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  2. Querida Jonhan: dime que estás hablando en código... que ¡no te he entendido el comment! :-D :-D :-D Echémosle la culpa a los excesos de las noches saturninas que se pagan las tardes domingueras. ;-)

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