8/1/15

 


(Apenas tengo tiempo -y espacio- para escribir cuatro palabras, pero tampoco puedo dejar de hacerlo.)

En este primer mundo nuestro damos por sentadas muchas cosas. Que no hay esclavitud, que podemos votar cada equis tiempo, que las mujeres gozan de -cierta- igualdad, que los niños estudian y juegan...

También damos por hecho que tenemos libertad de expresión y, al igual que los derechos enumerados un poco más arriba, solemos creer que nos vienen dados así porque sí. Hemos perdido la perspectiva histórica de los mismos y ya no recordamos que los que los consiguieron para nosotros derramaron sangre, sudor y lágrimas en su gesta.

Lo que ha pasado ayer en la redacción parisina de Charlie Hebdo es tristísimo. Lejos de amilanarnos, este deplorable atentado terrorista tiene que servirnos como revulsivo (que parece que estamos apollardados, ¡jo**er!) para no quedarnos en nuestros confortables hoyos vitales y seguir luchando por conservar nuestras libertades y brindárselas a los que aún no las tienen.

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